La Habana Vieja se estructura en torno a sus plazas. Y si la Plaza de Armas es el punto de partida para conocer la historia de La Habana, la Plaza de la Catedral es el punto de partida para conocer la historia de Cuba. Los museos de está plaza nos muestran la Cuba colonial, la vida de aquellas familias burguesas adineradas, vinculadas a la corona española de la etapa colonial del siglo XVIII y XIX.
¿Y que significaba La Habana y sus habitantes de aquella época?,… en la época de la construcción de la Plaza de la Catedral, La Habana era una ciudad de 50 mil habitantes, que superaba a Nueva York y a Boston. Tenía colegios y universidad, contaba con diez conventos y seis iglesias. La Habana era una de las tres ciudades más importantes de toda América.
Hoy El palacio de Lombillo y la Casa del Marqués de Arcos se pueden visitar de forma conjunta, al estar unidos a través de una puerta que comunica sus correspondientes patios. Y en el futuro también estarán comunicados con el Museo de Arte Colonial, la que fuera Casa de Don Luis Chacón o Conde de Casa Bayona. La intención es que se puedan visitar de forma conjunta y poder así, ofrecer una visión global de la historia colonial de Cuba.
La plaza de la Catedral es la más joven de La Habana. Inicialmente era un lugar marginado, pero la suerte cambio por completo para aquella plazuela de pescadores y ganaderos.
En el siglo XVI era la Plazuela de la Ciénaga. Las mareas altas, un pequeño manantial y el desagüe del abastecimiento de agua en la ciudad, tenían el terreno anegado, al no tener suficiente salida al mar. La malsana ciénaga, era un lugar mal considerado. Hasta inicios del siglo XVIII era lugar de abastecimiento de agua para las embarcaciones y de reparación los navíos.
Pero a pesar de este humilde principio, todo cambió en 1777 porque se acordó el traslado de la Parroquia Mayor (en un ruinoso estado) con todas sus obras de arte, a la iglesia de los Jesuitas construida en la plazuela de la Ciénaga en 1748. Tras este hecho el obispo decide iniciar obras en la iglesia para transformarla en catedral.
Y así, en 1789 (coincidiendo con la revolución francesa) se inauguro la Catedral de la Habana. A partir de ese momento, no sólo cambio el aspecto de la plaza, sino que pasó de tener un carácter irrelevante a ser el centro fundamental de La Habana.
Las casas iniciales que se habían construido alrededor fueron adquiridas por familias aristócratas habaneras, familias con títulos nobiliarios vinculadas a la Corona Española. Las casas se reconstruyeron y se transformaron en mansiones lujosas, donde se celebraban actos sociales de relevancia. La plaza se convirtió en el lugar más elegante de La Habana y desplazó de la vida social habanera a la Plaza de Armas.
Con los años, la plaza fue perdiendo importancia social, principalmente por cambio de residencia de aquellas familias y la independencia de Cuba.
Años después y tras un largo deterioro, en 1934 se declara la plaza monumento nacional, se rehabilitara la plaza y el conjunto de los edificios. Con ello, recobró su elegancia aristocrática. Esta rehabilitación consistió en recuperar la estructura colonial del entorno, dejar al descubierto los muros originales de piedra y recuperar las aceras y pavimento de la plaza.
La Catedral de la Habana
La Catedral de San Cristóbal de La Habana es emblemática por la asimetría de sus campanarios que forja su carácter personal. Es la principal huella del legado colonial español.
Su construcción se inicia como iglesia en 1749, pero tras las reformas en 1789 se declarada Catedral. Está esculpida en piedra caliza del coral, muy deteriorada por la humedad y la sal. Si miramos con atención en sus bloques de la fachada encontramos restos fósiles de conchas de bivalvos, caparazones y erizos de mar.
Fue diseñada por el arquitecto italiano Francesco Borromini. Su fachada es de estilo barroco y de corriente toscana por las torres con campanarios laterales. El recargamiento barroco de su exterior se transforma en su interior austeridad, en estilo neoclásico.
Esta formada por tres naves y ocho capillas laterales, todas con esculturas del artista italiano Bianchini. Las esculturas fueron realizadas en Roma bajo la supervisión del escultor español Antonio Soláb. Los cuadros al óleo son obra del francés Jean-Baptiste Vermay, y en su mayoría son copias de originales de Rubens y Murillo. Los frescos del altar mayor son los originales del siglo XVII, y fueron obra del pintor italiano Perovani.
En el suelo de mármol blanco y negro hay tumbas de personajes ilustres. Y en una de ellas se encontraban los restos de Cristóbal Colón. En 1795, España cedió a Francia la parte que aún poseía de La Española, Dominicana, y entonces fueron exhumados los restos de Cristóbal Colón del Altar Mayor de la Catedral de Santo Domingo para ser trasladados a la catedral de La Habana. Y en su interior se guardaron hasta la Guerra de Cuba en 1898, fecha en la que se trasladaron los restos, de forma apresurada, a la Catedral de Sevilla.
Es posible subir a la torre más pequeña por un 1 CUC, desde allí se puede ver la ciudad y obtener buenas fotos de la plaza.
La Casa del Marqués de Arcos
No es sólo el ejemplo más singular de la arquitectura colonial de estilo barroco en La Habana, ni es sólo la obra más interesante en la Plaza de la Catedral; Este es el lugar donde nació el espíritu independentista y la identidad nacional cubana.
Representa el poder de la clase alta en la época. Los elementos arquitectónicos de la fachada principal de Mercaderes dan una apariencia palaciega. Actualmente el conjunto se encuentra en muy buen estado tras las grandes restauraciones de 1934 y de 2016. La primera restauración fue la más relevante ya que se tuvo que recuperar parte de la cubierta.
Inicialmente el terreno de la casa del Marqués de Arcos estaba ocupado por una casa de una sola planta, humilde, era la casa de médico Don Francisco Tenezca. En aquel entonces ya se accedía por la calle mercaderes y tenía un corral orientado a la Plaza de la Catedral, llamada entonces la Plazuela de la Ciénaga.
Al fallecer Tenezca, adquirida la casa Don Diego Peñalver y Calvo de la Puerta en 1725. Don Diego era el tesorero oficial de las Reales Cajas de La Habana y Ministro honorario de la Contaduría Mayor. Con el traslado de la Iglesia Parroquial Mayor a la Plazuela, Don Diego compra en 1741 dos casas vecinas con intención de ampliar la principal. Y aunque los inmuebles estaban separados entre sí por un callejón que conectaba la calle mercaderes con la plaza se le permitió a Don Diego cerrar el callejón para unir y ampliar así su propiedad en 1746.
La reconstrucción transformó la casa, le dio un aspecto más palaciego con la construcción del segundo piso y el estilo barroco de la fachada principal de Mercaderes; La puerta principal se presenta entre columnas dóricas y bajo un balcón individual, cuyos extremos son prolongados arquitectónicamente con otros balcones más amplios. Y se finaliza el conjunto con la decoración de los balcones de una rica y elegante rejería.
Al entrar nos encontramos con el zaguán de gran altura, que nos da paso al patio interior. En la esquina izquierda hay una suntuosa y monumental escalera típica de los palacios del renacimiento italiano. Su tamaño y sus cuatro tramos con descansillos permitían en los actos y celebraciones que las damas y los caballeros hicieran gala de sus lujosas vestimentas ascendiendo por ella como si de un desfile de modelos se tratara.
El patio está rodeado de arquerías bajas y altas apoyadas sobre columnas. Y su suelo es de losas de piedra para resistir el movimiento de los carruajes que se guardaban en su interior. Del piso superior destacamos la sala principal del museo que cubre todo el frente de la calle Mercaderes.
Salón principal
Al fallecer don Diego en 1771, la casa pasa a su hijo Ignacio de Peñalver y Cárdenas. Quien fue condecorado en 1792 por Carlos IV con el titulo de Marqués de Arcos, por su contribución a la Corona durante el asedio y la ocupación de Cuba por parte de los ingleses. Don Ignacio realizó transformaciones al instalar la Tesorería en su vivienda. Pero amplio las obras ante la relevancia que adquiere la plaza porque se convirtió Parroquial Mayor en Catedral. Amplió la planta baja, construye un portal de cinco arcos (de diferentes tamaños). En la planta alta aparece un balcón a lo largo de toda la fachada que protege un conjunto de tres ventanales y otro separado en lado izquierdo, lo que produce sensación de cierta asimetría poco frecuente en la construcción colonial.
La familia traslado su residencia sobre el 1820 y la casa paso a ser la administración de Correos durante un periodo aproximado de 15 años. Todavía hoy se puede ver un buzón en la fachada.
En 1844 el catalán Ramón Pinto fundó aquí la Sociedad del Liceo Artístico y Literario de La Habana. Los artistas que asistían a los certámenes de literatura difundieron el pensamiento y la identidad nacional cubana e incluso un día llegaron a proclamar, sin temor, el nacimiento de Cuba. Este es el motivo del gran mural en la calle Mercaderes frente a la casa que conecta con esa historia de la casa y los acontecimientos de confrontación intelectual contra la metrópoli. Es del artista criollo Andrés Carrillo, se recrea un escenario intelectual con el retrato de 67 personajes que frecuentaban el palacio: poetas, músicos, artistas y pensadores, que conformaron las bases del movimiento cultural y la identidad nacional cubana.
Destacan en el mural la figura de Carlos Manuel de Céspedes en un balcón, el Padre de la Patria. Y la poetisa y escritora Gertrudis Gómez de Avellaneda, llamada cariñosamente “la tula” precursoras el feminismo moderno.
Los españoles en un intento de acallar el movimiento, ejecutaron a Ramón Pinto en 1855, por sus actividades en favor de la independencia y el Liceo desaparece como tal. Los acontecimientos nos llevaron a la guerra de los diez años de 1868.
A partir de entonces la casa fue dedicada a la actividad de distintos negocios, y en ella comerciantes instalaron sus oficinas y almacenes. Décadas después, el edificio se convierte en casa de vecinos, alcanzando entonces un gran deterioro.
Por fin en 1934 la Catedral de La Habana y los edificios de la plaza son declarados monumento nacional. Motivo por el cual, la Secretaría de Obras Publicas, inicia obras en la plaza y restaura los edificios. La casa del Marques de Arcos se consideraba entonces el edificio principal del conjunto y se le dio el aspecto actual a la fachada asimétrica de la plaza. Se sustituye la baranda de madera del balcón por el barandaje de bronce, de estilo Luis XV. El estrecho balcón queda apenas sostenido por palomitas de hierro con ángulo de 45º. El conjunto de los tres ventanales a la derecha se convirtieron; en los tres arcos coloniales de vitrales, que son los que hoy se aprecian.
En la actualidad: la casa ha sido restaurada nuevamente en 2016, gracias a la ayuda de la embajada de Japón en Cuba y la Agencia de Colaboración Internacional de Japón; se ha recuperado el esplendor de las pinturas murales, restaurando la carpintería interior y exterior y se ha recuperado la belleza de las herrerías de los balcones. Sobre todo lo que ha llevado más trabajo ha sido los techos en el salón principal de la planta alta, al recuperarse las maderas y vigas originales.
En 2017 se inauguró el museo y hoy vuelve a ser, nuevamente, sede del Liceo Artístico y Literario, en reconocimiento a la anterior institución y a su obra cultura en la identidad nacional cubana, que dio lugar al movimiento independentista.
Hoy el Liceo esta compuesto por el museo propiamente, la Casa de Poesía y la Mediateca, un museo de fotografía y una pinacoteca.
Desde el patio interior de la casa la casa se accede también al Café Literario de la Casa de Poesía. En realidad el Café tiene su entrada principal a través del gran jardín en la calle mercaderes. En el jardín nos espera el escritor García Márquez, quien fue amigo personal de Fidel Castro, personalizado en una escultura en bronce a tamaño natural.
Seguro que nos preguntaremos por la estatua de bronce en tamaño natural que encontraremos recostado en una de las columnas de la casa que dan a la plaza. Es Antonio Gades, bailarín y coreógrafo español.
Antonio Gades
Desde su primera visita a Cuba en 1975, Antonio mantuvo una especial relación con la isla. Fue su puerto de descanso donde viviendo largas temporadas. Su boda con Marisol fue celebrada en La Habana. Antonio llegó a ser condecorado por Fidel Castro con la Orden de José Martí. Y fue apadrinado por Alicia Alonso.
Con frecuencia solía apoyarse en una de las columnas de piedra antes de adentrarse en el bar de El Patio, tal como se encuentra representado. El último deseo de Antonio fue que sus restos descansaran en Cuba. Tras su muerte en Madrid, sus cenizas fueron depositadas por Raúl Castro en Sierra Maestra, en el mausoleo a los combatientes del II Frente Oriental.
Casa del Marqués de Aguas Claras
La visita en la Plaza de la Catedral se finaliza visitando el palacio de Marques de Aguas Claras, hoy es el restaurante “El Patio». Pero antes esta casa se conocía como “La Casa del Traidor“ ya antes de finalizar su construcción.
Si, era la casa del traidor y así lo murmuraban los habaneros de mitad de siglo XVIII al pasar por delante de ella. Don Sebastián Peñalver Angulo mando su construcción en 1751. Era abogado, regidor y fue alcalde de La Habana durante varios periodos.
Como todos sabemos, los ingleses invadieron Cuba en 1762 y Don Sebastián se convirtió en un servil aliado del invasor. Los habaneros de la época le apodaron “El inglesito”. Tras la ocupación, que duro 11 meses, Don Sebastián fue acusado de traidor y condenado a muerte. La pena se conmutó por la prisión en Ceuta, donde murió a los diez años de cautiverio.
La casa fue vendida en 1772 a Josefa Calvo de la Puerta, quien adicionó la portada. Pero cuando se finalizan las obras en 1775, el Palacio había sido vendido a Antonio Ponce de León, primer marques de Aguas Claras. Esta fue la última edificación colonial de las cuatro grandes viviendas de la plaza.
La casa fue adquirida en 1870 por los Condes de San Fernando de Peñalver. A finales del solo XIX se estableció allí el Colegio de San Isidro Labrador.
Finalmente con la restauración de la Plaza y del resto de edificios en 1980 se inaugura el restaurante “el Patio”. El edificio tiene una fachada inusual. Su portal de mayor tamaño, rompe con la simetría de la plaza instalándose dentro de la misma. Compuesto por cuatro arcos de medio punto y un arco carpanel central de mayor tamaño. A diferencia del resto de edificios no tiene vestíbulo, pasa directamente del portal a la galería del patio.
Su patio de carácter andaluz es la pieza predominante En su centro, un estanque de peces de colores, que conviven con algunas tortugas, jicoteas.
Actualmente el piso superior y sus salones se encuentran cerrados y en muy mal estado. Pero las vidrieras de sus ventanas son las originales del siglo XVIII. En el interior del restaurante se pueden admirar las arcadas, los muros de cantería y las portadas barrocas con escudos de estirpe morisca.
Esta en la calle San Ignacio nº54, esquina a Empedrado, es decir al volver la esquina podremos visitar la Bodeguita de En medio, donde podremos tomar las fotos de rigor pero los Mojitos deberíamos tomarlos en el restaurante Patio, hoy son mejores.
El museo de Arte Colonial; La casa de Don Luis Chacón o Palacio de los Condes de Bayona.
Es el edificio residencial más antiguo de La Habana, 1720. Como anécdota cabe decir que la casa fue escenario de la película de 1958 “Nuestro hombre en La Habana” basada en la novela de Graham Greene.
Se le conoce como la casa de Luis Chacón, (1650-1733) Coronel de los Reales Ejércitos y gobernador de la fortaleza de Punta del Moro y que llego a ser tres veces Gobernador interino de Cuba. Pero también es conocida como la casa del Conde Bayona, porque Don Luis caso a una de sus hijas con su primo segundo, José de Bayona y Chacón el primer conde de Bayona.
A principios del siglo XVII se establece en La Habana Juan Sánchez Pereira y Gutiérrez, Capitán, Contador de la Real Hacienda, y construyó su casa, la primera edificación, en estos terrenos. Había nacido en México y era hijo de Mateo Sánchez Pereira, Gobernador del Yucatán.
Pero la casa actual fue construida por su nieta, Catalina Castellón y madre de Luis Chacón. Y José de Bayona y Chacón, primer Conde de Bayona, fue quien remodeló la casa para convertirla en el palacio de los Condes de Bayona.
Los descendientes residieron en la casa hasta inicio del siglo XIX, a partir de entonces paso a ser la sede del Colegio de Escribanos y Notarios y del periódico La Discusión. Con la reconstrucción de la plaza y los edificios de 1969 llego a ser el Museo de Arte Colonial.
Es un edificio de dos plantas, con fachada de primitiva sencillez y con cubierta de techo de tejas criollas. Su patio está rodeado de columnas toscanas con arcos rebajados en la planta baja y un arquitrabe corrido en la plata alta.
El acceso al piso superior es a través de la doble escalera, dos tramos que ascienden en direcciones opuestas situada en el fondo del patio. Era muy inusual en las casas coloniales que la escalera se encontrara al fondo del patio y más todavía que fuera doble.
Es de gran interés en la casa reside en los elaborados diseños de sus techos de alfarjes, maderas labradas y entrelazadas artísticamente, pero que al estar hoy pintados de azul aparecen infravalorados al no mostrar la madera original.
El museo expone una amplia colección de muebles coloniales, vitrales coloridos, jarrones y figuras decorativas, mamparas de madera y cristal con calcomanías, enseres personales de aseo y todo tipo de elementos pertenecientes a los antiguos palacios y mansiones de La Habana.
El museo nos transporta a la época colonial, a la rica Cuba de los ingenios azucareros.
Casa Condes de Lombillo
En el siglo XVII, tenía una única entrada por la calle empedrado, era una casa modesta y funcionaba también como telar. La casa fue comprada por José Pedroso y Florencia, quien instalo un taller de fabricación, construyo un piso superior para viviendas y también las dependencias de la planta baja que no estaban ocupadas por la fábrica. Este es el motivo de la belleza del patio interior que denota irregularidades propias de las diferentes actividades que tuvo y las vicisitudes de la fábrica.
Pedroso obtuvo permisos y el terreno de la plaza para construir portales. El aspecto de entonces es el aspecto actual, si bien los balcones iniciales eran en madera. El edificio tiene tres fachadas.
Y sin embargo aunque fue él quien dio grandeza al edificio, a la casa se la conocerá por el nombre de la familia que nunca residió en ella, los condes Lombillo residían en la Plaza Vieja. La casa fue heredada de la familia Pedroso por la esposa de José Lombillo en 1871. Y se instalar en ella el domicilio comercial del ingenio azucarero de San Gabriel, propiedad de la familia.
Tras el fallecimiento de José Lombillo, en 1903 el edificio pasa a ser el bufete del abogado Ricardo Dolz. Actualmente solo se puede visitar el patio interior, pero tienen el proyecto de abrirla como museo y exponer una colección de abanicos clásicos entre otros elementos. La casa fue Escuela Municipal de Música y después la sede de la Oficina del Historiador de la Ciudad.