Es la plaza más antigua en La Habana, se construyó en 1519, en aquel entonces se encontraba entre a la iglesia Parroquial Mayor y el Castillo de la Real Fuerza. Fue el centro de la vida ciudadana y hoy el centro histórico de la ciudad. Pocos años después, en 1589 la plaza ya tenía el tamaño actual, rodeada de palmeras, y en su centro, un pequeño jardín con una estatua; en 1834 la estatua era de la del rey Fernando VII, y con el triunfo de la revolución se cambió por la de Carlos Manuel de Céspedes, líder revolucionario del siglo XIX.
La Iglesia Parroquial Mayor de la villa de San Cristóbal de La Habana no existe hoy. Recibía el nombre de Mayor porque albergaba notables obras y esculturas. La iglesia, había sido incendiada por el pirata Jacques de Sores en 1555, y posteriormente, también fue restaurada y ampliada en 1666, con lo que llego a estar formada de una nave, coro alto y bajo, sacristía y torre. Pero lamentablemente fue seriamente dañada en 1741 con la explosión del navío “Invencible” en el canal del puerto. Se intento reparar durante tres décadas pero en 1776 fue demolida y se traslado a una iglesia de la compañía de Jesús y posteriormente todo su contenido formaría parte de la Catedral de La Habana una vez construida.
En la Plaza de Armas deberíamos visitar, por orden gronológico, el Templete y el Castillo de la Real Fuerza aunque lo que nos llamará más la atención será el Palacio de los Capitanes Generales, el Palacio del Segundo Cabo.
El Templete
El Templete se encuentra frente el edificio de los Capitanes Generales. Es el pequeño edificio conmemorativo de la misa que en 1519 funda la ciudad de La Habana. Se construye en 1828 junto al árbol, la Ceiba, que dio sombra a la misa. El monumento tiene forma de templo dórico.
Dentro del complejo se encontraba el árbol original, y se mantenía vivo hasta mediados del siglo XVIII. Desde entonces ha sido remplazado sucesivamente por otros arboles porque todos ellos tuvieron mala salud.
La ceiba plantada en 1960, tuvo que ser cortada en febrero de 2016 por estar enferma del parasito comején. Hoy nuevamente un nuevo árbol muy joven a sido plantado esperemos que su salud le permita crecer y que su sombra acompañe la historia de la ciudad por muchos años.
Desde siglos, la Ceiba, fue un árbol sagrado y unificados de las diferentes culturas: los indígenas lo adoraban, los esclavos creían que en sus ramas vivían sus dioses. Y los españoles católicos por la creencia de la aparición de la virgen en el lugar. El día del aniversario de la fundación de la villa, la tradición es pedir un deseo al tiempo que se dan tres vueltas alrededor del árbol tocando su tronco. En el lugar de la primera Ceiba se construyó la Columna Cagigal. En el interior del Templete se pueden ver unos frescos del artista francés Jean Baptiste que ilustran aquella primera misa.
La Guiraldilla y el Castillo de la Real Fuerza
La fortaleza del Castillo de la Real Fuerza se inicio a construir en 1558 y quedó finalizada 1577. La estructura inicialmente solo tenía una planta, pero en 1602 se reforzó la defensa del Castillo para poder almacenar las riquezas en transito a España y se construyó la planta superior para la residencia de los gobernadores.
En 1632 se construye su nueva torre del campanario y se coloca la veleta de bronce, la Giraldilla, hoy símbolo de la ciudad. Durante dos siglos fue la residencia de los Capitanes Generales de la isla, hasta que por fin se construyó el Palacio de los Capitanes Generales. Hoy tanto el palacio como la fortaleza son museos que podemos visitar.
En el museo del Castillo de la Real Fuerza, hay varias salas. Una sala está reservada a la historia propia de la fortaleza, donde encontramos la maqueta de la fortaleza que muestra su grandeza arquitectónica y una colección de restos de naufragios encontrados en las proximidades: monedas, objetos en oro, plata y piedras preciosas rescatados de los fondos marinos.
En una de las últimas salas descubrimos la panorámica histórica de la navegación y de la construcción naval, La Habana fue uno de los astilleros más importantes del nuevo mundo.
En esta sala encontramos una maqueta, la replica de la nave de guerra más poderosa del momento la “Santísima Trinidad”, que fue construido en el Real Astillero de La Habana en 1769, este fue el buque insignia de la flota española en la batalla de Trafalgar.
La Giraldilla, veleta en el campanario, es una pequeña escultura en bronce de poco más de un metro de altura, es una bella muchacha coronada de facciones de aborigen con expresión desafiante y serena.
Está vestida al estilo del renacimiento, con mano derecha mantiene la falda recogida mostrando los encajes sobre su rodilla y al mismo tiempo sostiene con esa mano una hoja de palmera invertida. En su mano izquierda porta el estandarte de la Orden de La Cruz de Calatrava. El escultor firmó la obra en el medallón que cuelga del cuello.
En realidad la Giraldilla del campanario es una copia, el ciclón de 1926 la hizo volar lanzándola contra el suelo y en la década de los 60 se decidió sustituirla por una copia. Hoy la original se guarda en el vestíbulo de la fortificación aunque todavía con los daños del siniestro sobre la corona y sin el estandarte que ha perdido, solo conserva el mástil con la cruz.
El artista relacionó la Giraldilla con Doña Isabel Arias Dávila y Bobadilla esposa de Don Hernando de Soto, quien fue nombrado por Carlos I en 1538 Gobernador de Cuba y Adelantado de La Florida. A los pocos días de tomar posesión del cargo partió para afianzar el poder de España en la península de La Florida, dejando a su joven esposa Isabel de Bobadilla como Gobernadora de Cuba (1539 y 1544). Don Hernando de Soto falleció conquistando La Florida.
La leyenda que cuentan los cubanos es que durante aquellos largos años de espera, Doña Isabel enamorada anhelaba el regreso de su esposo, pasando largas horas en la torre de vigía del Castillo de la Real Fuerza. Durante años esperó en vano el regreso de su esposo, siempre con la mirada más allá del horizonte a la espera de descubrir el mástil del barco que traería de regreso a su esposo. La leyenda cuenta que falleció por amor al poco tiempo de conocer la muerte de su esposo. La atormentada vida de Doña Isabel la convirtió en un personaje mítico, símbolo de la fidelidad conyugal y la esperanza. Esta es la historia Doña Isabel y su relación con la Giraldilla. Ambas siempre en lo alto esperando, con lluvia o sol, un viento que la mueva o que traiga de regreso a su amado.
Los cubanos explican el relato de Doña Isabel de Bobadilla con emoción relacionándola siempre con la Giraldilla. Como toda buena leyenda tiene una parte real y una parte distorsionada, por el recorrido de boca en boca. Es cierto que fue una mujer pasional, bella, inteligente y discreta, y que fue educada en la Corte de España, provenía de familias ricas aristócratas y poderosas.
Pero para comprender su fascinante historia y la importancia del personaje, nos tenemos que remontar un poco antes de su llegada a Cuba, como hemos dicho procedía de una familia muy importante e influyente en la política del Reino de España. Por ejemplo, su abuelo fue Francisco de Bobadilla, fue él a quien enviaron los Reyes Católicos en 1499 para juzgar a Cristóbal Colon, Colon y sus hermanos habían sido acusados por personas influyentes de la isla La Española y solicitaron ayuda al rey. Su abuelo decidió apresar y enviar a España a Colon para ser juzgado y quedó él mismo como Gobernador de la Española.
También su padre fue un personaje que hizo historia. Su padre era Don Pedro Arias Dávila, en 1513 fue nombrado Gobernador y Capitán General de Castilla de Oro, este era un territorio que abarcaba desde de la costa atlántica de Panamá, Costa Rica y el norte de Colombia; su capital fue Darién, primera ciudad fundada en el continente. En 1520 los hombres bajo su mando agregaron a Castilla de Oro los territorios de Nicaragua y Honduras. Con este cargo Pedrerías, que era como se le apodaba al padre de Doña Isabel, acumuló una inmensa fortuna abusando del poder en su propio beneficio con hurtos, artimañas y encarcelando a sus enemigos.
Fue un hombre cruel tanto con los indígenas como con los españoles a su mando, ordenó decapitar al mismísimo Núñez de Balboa y a Francisco Hernández de Córdoba. El Padre de las Casas llegó a decir de él que era uno de los conquistadores más crueles por matar y esclavizar indios. Y aunque fue desposeído de su cargo en 1526, al poco fue nombrado gobernador de Nicaragua gracias a la influencia de su esposa en la Corte Española.
Pero lo importante para nosotros es que en aquella expedición como Gobernador General de Castilla de Oro, le acompañaron su mujer y dos de sus hijas en los primeros años, Doña Isabel era una de ellas. Allí fue donde con apenas 10 años conocería a su futuro marido Hernando de Soto, que en aquel entonces tenía apenas 14 años y se había enrolado en aquella aventura como joven hidalgo miembro de la Casa de Pedro Arias en calidad de paje de las damas de la familia. Las damas regresaron a España en 1520 y De Soto permaneció entonces como soldado. Hernando provenía de una familia muy humilde y siempre se mantuvo fiel y leal a Don Pedro Arias, quien lo había educado bajo su protección.
En 1523 Hernando de Soto ya lideraba una unidad de caballería bajo el mando de los Generales de Don Pedro Arias, concretamente era el general Hernández de Córdoba. La participación de Soto fue decisiva en el descubriendo y colonizando Nicaragua y Honduras, fundando las ciudades de Granada y Nueva León, en está última tuvo el cargo de alcalde mayor. Fue él quien alentó a Don Pedro Arias de la actitud sediciosa de Hernández de Córdoba, por la que Don Pedro Arias lo mandó decapitar.
La recompensa que Hernando de Soto obtuvo por la lealtad hacía Don Pedro Arias, sería que cuando este fue nombrado Gobernador de Nicaragua le otorgó cargos, concesión de tierras y repartimientos de indios. Aquella ayuda permitió a De Soto enriquecerse y afianzar su prestigio. Ya después de la muerte de Don Pedro Arias en Nicaragua en 1531, Hernando de Soto participó con éxito en la conquista del Perú junto a Francisco Pizarro y Diego Almagro, siendo él mismo quien llegó a capturar al cacique inca Atahualpa. Pero a pesar del éxito de las conquistas, de Soto no fue seleccionado para la nueva expedición que se preparaba hacía Chile. Esto le hizo tomar la decisión de regresar a España en 1536, posiblemente con un plan preconcebido.
Hernando de Soto regresó como Capitán de éxito por su conquista del Perú junto a Pizarro, y además rico porque traía con él su parte del botín por la conquista del imperio Inca. Fue entonces cuando se rencontraron los enamorados. La verdad es que no se tiene información de cuando nació el amor entre ellos pero se casaron en Sevilla a pocos meses de llegar a España, en 1537.
Gracias a su fama y a los contactos de su nueva esposa y de la familia Bobadilla, Hernando de Soto obtuvo la autorización del rey español Carlos I y fue nombrado Gobernador de Cuba y adelantado de la Florida, Capitán General de todas las tierras descubiertas en la exploración. Este posiblemente era su intención con la decisión de regresar a España, obtener los derechos de exploración de nuevos territorios. De Soto, por ambición, comprometió casi toda su fortuna financiando la expedición pero sabía que si tenía éxito sería dueño de inmensos territorios.
Un año después de la boda y tal como ya había hecho su madre antes, Doña Isabel Arias Dávila y Bobadilla, ahora esposa, acompañó a su marido en el viaje a Cuba. La expedición partió de Sanlúcar de Barrameda, eran 11 naves y más de 950 hombres, dos meses duró el viaje a Cuba. Primero desembarcaron en Santiago de Cuba y después llegarían hasta La Habana. En aquel entonces era una pequeña población, recordemos que en un principio la villa de San Cristóbal de la Habana se había fundado en la costa sur, en la población que hoy es Batabano y se trasladó a la actual ubicación en el norte en 1519. Se había elegido esa nueva ubicación por el puerto natural que tenía y sobre todo por encontrarse a solo 100 millas de la corriente del golfo.
Hernando de Soto llevaba órdenes del Rey de iniciar la construcción de una fortaleza, por lo que a principios de 1539 inició las obras de lo que se llamo La Fuerza, la primitiva construcción defensiva del puerto. Una torre a manera de casa-fuerte. La intención era proteger de los ataques de piratas a la población y también los galeones que regresaban del centro y del sur de América, reuniéndose en La Habana para aprovechar la corriente del golfo antes de viajar a España. Las obras de la fortaleza finalizaron en 1540, pero sucumbió pronto con el ataque del pirata Jacques de Sores en 1555.
Cuando llega Hernando de Soto a la villa de San Cristóbal de la Habana su población era modesta y pequeña. Isabel ordenó edificar su residencia que ocuparía hasta abandonar Cuba. Tras realizar los preparativos de la expedición, en 1539, De Soto emprendió la conquista de la Florida con nueve naves, 900 hombres y 300 caballos. Durante más de dos años, recorrió lo que hoy sería el estado de Georgia, Alabama, cruzó el Mississippi por la actual Memphis y se internó en Arkansas, unas fiebres le quitaron la vida. Doña Isabel Arias Dávila y Bobadilla ocupó el cargo de Gobernadora y Capitán General, siendo la única mujer que ha ostentado esa máxima autoridad durante toda la historia de colonización en la isla.
A pesar de los progresos que Doña Isabel realizo en La Habana durante esos años, cuando marcha en 1544, todavía La Habana era una pequeña población de apenas 40 familias censadas. Pero a esta población había que sumar los 120 indios aborígenes naturales y los 200 esclavos indios y negros que tenían a su cargo éstos vecinos privilegiados.
Muy posiblemente Doña Isabel de Bobadilla estuvo enamorada de Hernando de Soto desde muy niña y sin duda anhelaba el regreso de su marido con esperanza y pasión. Pero hay dos cosas que aparecen desvirtuadas en la leyenda. En realidad ella no llegó a vivir en el actual Castillo de la Real Fuerza. En la época de Doña Isabel de Bobadilla era la anterior fortaleza, la primitiva Fuerza Habanera la que defendía la ciudad. Y tampoco murió de amor sino que marchó a España dos años después de la muerte de su marido en 1544, aunque se desconoce la fecha exacta de la muerte de Doña Isabel se cree que pudo fallecer entre 1546 y 1564.
Lo cierto es que su amor fue motivo suficiente para que un joven artista nacido en las Islas Canarias, Gerónimo Martín Pinzón, se inspirase en su vida para esculpir una figura en su recuerdo. El gobernador de la ciudad en aquel momento, Juan Bitrián y Viamonte, le había mandado fundir una escultura de bronce para colocarla a modo de veleta sobre la última torre añadida a la fortificación. El gobernador bautizó la veleta con el nombre de Giraldilla, en recuerdo de su ciudad natal y del Giraldillo que, también como veleta, corona la Giralda de Sevilla. Solo nos queda apuntar como anécdota que la giraldilla es también el emblema del ron Habana Club.
Palacio de los Capitanes Generales
Desde 1968 es el Museo de la Ciudad. Se construyo en 1791 sobre el solar de la antigua Iglesia Parroquial Mayor. Hasta 1898 fue la sede del gobierno colonial español, gobierno que estaba formado por 65 capitanes generales, dando nombre al palacio. Entre 1899 y 1902 fue la sede de la intervención de los Estados Unidos. Y finalmente y durante algunos años de la Republica, 1902 a 1920, fue Palacio Presidencial.
El edificio ocupa toda la manzana y está considerada la obra barroca más importante en Cuba. Su imponente fachada principal, decorada por grandes arcos y robustas columnas, dando forma al cubierto soportal. La entrada esta decorada en su cúspide por un gran escudo nobiliario con dos altas columnas adosadas.
A través de la gran puerta de madera accedemos al patio central decorado con arbustos y dos palmas reales, en 1862, se colocó en el centro del patio la estatua de Cristóbal Colon. Rodea al patio una columnata de arcos en los dos pisos. Está formado de planta baja y planta alta. La planta baja tiene un piso de menor altura entremedio que no está abierto al público.
El lugar revela la majestuosidad y opulencia de la Cuba de la época. Visitar el Palacio de los Capitanes Generales es remontarse a un espacio de magia y ensueño, donde tenían lugar las fiestas coloniales que recibían la vida social de la época. Al entrar en sus salones podemos imaginarnos las recepciones y celebraciones que se daban; los vestidos deslumbrantes de las damas enjoyadas y los aterciopelados trajes de los caballeros.
La planta alta del edificio nos deja deslumbrados por su exuberancia y majestuosidad. Accedemos a ella por la gran escalera de mármol. En esta planta se exponen diferentes salas del palacio, ambientadas a la usanza de los palacios coloniales del S. XIX, donde se muestra el refinado estilo de vida alcanzado por la aristocracia cubana que decoraba con la mezcla de diversas influencias artísticas los elegantes ambientes interiores. Se aprecian muebles de medallón del periodo Isabelino, cuadros al oleo de artistas de la época, estatuas y bustos en mármol, porcelanas francesas.
Todos obras suntuosas que muestran los gustos refinados. Las paredes del Salón Comedor están decoradas por tapices flamencos del SXVII y XVIII, donde encontramos entre la lujosa vajilla unas piezas originales que pertenecían al Capitanía General: unas bandejas de cobre plateadas. En la Habitación de la Infanta se muestran muebles diseñados por John Henry Belter y hay dos jarrones elaborados con la técnica cloisonné. También encontramos los regalos que recibió la infanta Eulalia de Borbón por parte de la aristocracia habanera durante su visita de siete días a La Habana en 1893. En el Salón blanco está decorado con mobiliario de estilos Luis XV y Luis XVI y porcelanas europeas entre las destacan unos jarrones de porcelana Meissen del Siglo XVIII
Pero sin duda donde los más mundanos descubrimos la opulencia es en la Sala de Baños que muestran dos bañeras de mármol italiano en forma de caracolas o góndolas, acompañadas del resto de los utensilios del baño, cristalería francesa y piezas de plateros cubanos entre otros objetos de valor.
Destacamos el Salón de los Espejos, decorado por espejos venecianos, donde el 1 de enero de 1899 se realiza la transferencia de poderes de España a Estados Unidos. Pero sin duda la sala de mayor importancia es la Sala del Trono, que imita el estilo del Palacio de Oriente de Madrid, y que fue construida con la esperanza de poder recibir un día al rey Carlos IV o los sucesivos monarcas. Ningún monarca de la época colonial visito Cuba ni llego a ocuparlo. En este salón se exponen las obras de mayor valor, con pinturas del pintor español Federico Madrazo.
Los anteriores reyes de España, Juan Carlos y Sofía visitaron esta sala en 1997, con motivo de la VII Cumbre Iberoamericana. Esta fue la primera ocasión que un soberano español visitaba el palacio. Cuando se le ofreció al Rey la posibilidad de sentarse en aquel trono que durante tantos años había alimentado la esperanza de la visita de la corona española, Juan Carlos respetuosamente, declinó la invitación porque entendía que lamentablemente el momento histórico había pasado.
Las salas de la planta baja, están dedicadas a varios temas, destacamos la de arte religioso, con piezas originales principalmente de la Iglesia Parroquial Mayor de la villa de San Cristóbal de La Habana y la sala que expone las piezas de mármol, son las piezas que ornamentaban plazas, paseos y jardines de La Habana en un alarde del desarrollo económico.
Las obras que decoraron esos paseos son la huella perdurable de la Ilustración de Carlos III. Y por ultimo en las antiguas cocheras del edificio, hay una exposición de carruajes, uniformes de los cocheros y otros objetos que disponían los pasajeros.
Nos sorprenderán los adoquines de madera de la calle que accede al edificio. La “Calle de Madera» es única en la ciudad. Los adoquines de madera fueron puestos para evitar el ruido de los carros al pasar. El Capitán General de Cuba de 1790 a 1796, Don Luis de las Casas, residía en palacio y decidió que se sustituyeran los de piedra. Como buen vasco tenía las ideas claras, mejoro la economía de Cuba al introducir mejoras en el cultivo de la caña y realizo obras urbanísticas muy importantes.
La entrada es de 300 CUP y la entrada con servicio guía o audio guía es de 500 CUP.
El Palacio del Segundo Cabo
Palacio de estilo barroco cubano, 1770 y 1791, de especial expresividad y monumentalidad. Construido con piedra caliza local, piedra de oquedades e incrustaciones calcáreas marinas. Se dice que fue uno de los primeros edificios que sustituyó la madera por el hierro.
Su imponente fachada, sobria y majestuosa, está formada de una armoniosa sucesión de arcos de medio punto, apoyados sobre altas columnas que forman el soportal. Los balcones del primer piso están decorados con vitrales azules y blancos que hacen un juego colorido en su interior.
Tiene un ancho soportal, la entrada da acceso al vestíbulo. Y al patio de estilo andaluz de reducidas dimensiones y de marcada verticalidad, rodeado de arcadas y columnas.
Ya en el primer piso, encontramos galerías claustrales de carpintería francesa. El techo del salón principal esta ornamentado por una gran cúpula decorada por pinturas de frescos y de ella, cuelga una araña central de mayor dimensión que las otras cuatro que engalanan el salón.
Los muebles que decoran el salón están enjoyados con incrustaciones y ribetes dorados, destacamos la mesa central también decorada por un mosaico de incrustaciones en nácar y otros materiales que dan forma a temas de caza decorados al detalle. Los anchos frisos de las paredes son los originales recientemente restaurados.
En un primer momento fue el Palacio de la Intendencia de la Real Hacienda, y en 1853 será la residencia del Segundo Cabo de la colonia, Vicegobernador de Cuba y mano derecha del Capitán General. Pero también fue en 1902 el lugar de la cámara alta de la Republica, el Senado; en 1929 la academias de la Historia y Nacional de Artes y Letras; en 1959 fue sede del Consejo Nacional de Cultura y sede del Instituto Cubano del Libro. El hecho que fuera el primer lugar que acoge al Senado, fue el primer edificio donde se izó oficialmente la bandera cubana.
Desde 2009 hasta 2014 se inicia una intensa obra de restauración en el edificio. Un proyecto en el que intervienen la oficina del Historiador de la Ciudad, la UNESCO, la Unión Europea y en el que colabora también el ayuntamiento de Barcelona. Y en 2017 se reinaugura y abre sus puertas el museo más moderno de Cuba: el Centro para la Interpretación de las Relaciones Culturales entre Cuba y Europa, un centro que ilustra de forma tangible la historia entra la isla y Europa con un enfoque original.
Un museo lúdico e instructivo, en el que a partir de su sofisticada tecnología se interactúa con el medio a través de pantallas y mesas táctiles con archivos audio visuales y de texto, con los que podremos conocer; La historia y la construcción del palacio; La cartografía y los viajes de Cristóbal Colon y del resto de viajes de la corona española; Podremos descubrir los sucesos ocurridos simultáneamente en diferentes lugares del planeta; Y descubrir el mundo de la literatura, la música y el baile cubano. Como decimos, de una forma interactiva y amena, escucharemos la opinión y experiencias de personajes a través de materiales audiovisuales, para conocer y disfrutar de la historia de Cuba. Por ejemplo en la Sala de música, a través de un suelo iluminado aprenderemos a bailar. Una experiencia instructiva que no debemos perdernos en nuestra visita a La Habana.
La entrada son 500 CUP y el horario es de martes a Sábado desde 9:30h. a las 17h. Y los domingos desde las 9:30h. a las 13h.