Con la visita de este museo constataremos la certeza del dicho popular “más se perdió en Cuba y regresaron cantando” quedando en evidencia, el gran valor de todo lo que España perdió en su mala gestión. En el museo se encuentran obras del museo del Prado de Madrid que quedaron olvidadas las la independencia de Cuba, obrar de valor incalculable.
El Museo Emilio Bacardí Moreau se encuentra en este edificio desde 1928, fue declaro Monumento Nacional en 1999. La institución como tal, la fundó en 1899 Don Emilio Bacardí, alcalde de la ciudad. Fue la primera institución cultural pública de Cuba, fue museo y biblioteca. Este hecho da cierta relevancia al museo pero nos revela mucho más sobre quien fue realmente Bacardí.
Como hemos dicho, el museo no siempre estuvo en este edificio. La familia Bacardí encargo la construcción privada de este edificio a Carlos Segrera Fernández. La intención de Don Emilio era exponer los objetos que había acumulado a través de sus viajes por el mundo. La obra se finalizó pocos años después de fallecer Emilio Bacardí y su viuda donó el edificio a la ciudad para que fuera sede pública del museo y la biblioteca. Posteriormente la biblioteca fue trasladada a otro edificio.
Muchos solo conocemos a Emilio Bacardí por ser el hijo de Don Facundo Bacardí Masso, aquel catalán que nació en Sitges y que creo su propia formula revolucionaria de destilar el ron. Fue un método muy diferente de la forma tradicional de elaboración que se conocía hasta entonces.
Pero Don Emilio Bacardi Moreau tuvo dos pasiones en la viva, la empresa familiar fue luchar por la independencia de Cuba, lo que le llevo al encarcelamiento y el exilio. Su pueblo se lo reconoció y fue nombrado el primer alcalde elegido democráticamente en Santiago de Cuba.
Su pasión por la empresa familiar y el ron le llevo a impulsar la compañía familiar. Fue él quien hizo crecer la fortuna y la empresa familiar, ganando concursos internacionales en la Exposición Universal de Barcelona.
En el ámbito personal fue un millonario de gustos refinados y un coleccionista excéntrico. Con 68 años realizó un gran viaje con su esposa, visitando New York, París, Jerusalén y Egipto. Durante aquel viaje fue comprando diferentes objetos expuestos hoy en el museo, como por ejemplo la momia egipcia. Con la independencia de Cuba fue nombrado alcalde de Santiago de Cuba, el primer alcalde republicano, fue él quien extendió la electrificación a la población y pavimentó el centro de la ciudad.
La majestuosa fachada principal de estilo ecléctico destaca en el entorno. Tiene muchos elementos neoclásicos; su amplia escalinata que da acceso a un pórtico flanqueado de monumentales columnas de orden corintio, y rematadas por un entablamento clásico. En su frontón superior está el escudo de la ciudad.
Pero el actual interior del edificio nada tiene que ver con la esplendorosa construcción inicial. El edificio original tenía un amplio salón central de gran altura con luz natural, y al fondo una gran escalera palaciega que daba acceso a la galería superior. Pero en 1963, tras la revolución, se remodela el edificio para dividir la altura del salón central con un suelo de hormigón, que destruye la grandeza del interior del edificio. En el museo se explica todos estos cambios que sufrió el edificio con ilustraciones. Constataremos que fue una gran perdida.
En la actualidad el museo tiene tres salas expositivas. La sala que, para nosotros, da más valor al museo es la sala de pinacoteca y escultura de la primera planta. Que alberga un gran número de obras nacionales realizadas en los años del triunfo de la revolución. Pero tiene una exposición mucho más importante, y entre otras obras de siglos anteriores, se encuentran doce cuadros que proceden del Museo del Prado y de los que hablaremos más en detalle después.
Las otras dos salas; la sala de Historia de Cuba, abarca desde la época precolombina hasta la época de la revolución cubana. Gracias a la gestión directa del propio Emilio Bacardí, entre otros muchas piezas, se encuentran las pertenecías y objetos personales de José Martí, Carlos Manuel de Céspedes y Antonio Maceo.
En la sala de Arqueología y ciencias naturales destacan dos momias, una de la cultura paraca del Perú y otra de la cultura egipcia comprada durante el viaje de Bacardí, mencionado anteriormente.
Sobre los motivos o las circunstancias por las que los cuadros del museo de Prado llegaron a Santiago de Cuba; Deberemos remontarnos a 1894. Era frecuente en aquellos años, y previa petición de algún político, trasladar temporalmente obras del museo a las provincias del Reino de España con el fin de mostrar y divulgar el arte. Era lo que se llamó durante años “El Prado disperso”. En 1893 el diputado de las Cortes, Manuel Crespo Quintana como representante de la isla de Cuba, realiza la petición oficial para se concediera a la Diputación de Santiago de Cuba una serie de cuadros, con el fin de decorar las salas de la Biblioteca pública de la ciudad de forma temporal. Y de este modo en 1893, la reina regente María Cristina de Habsburgo (por ser su hijo Alfonso XIII menor de edad) concedió el depósito de dieciséis obras del Museo Nacional del Prado de Madrid para ser llevadas a Santiago de Cuba. Los cuadros fueron seleccionados por el entonces director de la institución, Federico de Madrazo y Küntz, y los gastos de transporte y embalaje hasta la isla corrieron de cuenta del diputado Crespo. Así fue como se trasladaron, “en calidad de depósito”, una selección de 16 cuadros del Museo del Prado hasta Santiago de Cuba. En el archivo del Museo Nacional del Prado se indica la relación de cada uno de esos cuadros. Un año después estallaba la guerra y en 1898 España la perdía y renunciaba los derechos nacionales en Cuba y a sus bienes inmuebles con la firma del tratado de Paris. Pero en el tratado nunca se citó a los bienes muebles: las obras de arte.
La salida de España de Cuba dio paso a la ocupación estadounidense hasta 1902: El gobierno interventor quiso enviar las obras a los Estados Unidos, pero Bacardí logró que del total de 16 obras, 12 quedaran destinadas en el museo donde se conservan todavía. Las cuatro obras restantes desaparecieron, se ignora su paradero, se sospecha que pueden forman parte de colecciones particulares en el territorio norteamericano. Y así aquellos 16 cuadros del museo del Prado de Madrid, 12 más 4, quedaron olvidados entre todo lo perdido en Cuba.
Los doce cuadros que en la actualidad se encuentran expuestos en el Museo Provincial Emilio Bacardí Moreau de Santiago de Cuba son:
Los tres paisajes de escuela flamenca, obras de Matías Jimeno. Más concretamente serían; “Paisaje con montaña y río”; “Paisaje con caza de oso”; y “Paisaje con río”.
La obra de “David con la cabeza de Goliat” que se consideraba de la Escuela italiana y hoy algunos la atribuyen a Guido Reni.
El “Retrato de la reina Margarita de Austria”, de Juan Pantoja de la Cruz. La reina sostiene en su mano derecha una miniatura con el retrato de Felipe III apoyado sobre su corazón.
El “Retrato de la reina María Josefa Amalia de Sajonia”, recordemos que fue la esposa de Fernando VII. En la obra aparece con un rostro joven y fue realizado poco antes de su llegada a España. La obra se atribuye al pintor alemán Johann Carl Rössler. La peculiaridad de la obra es que retrata a la reina de cuerpo entero y existen pocos retratos con esta particularidad.
«Las cuatro estaciones”, la Primavera, el Verano, el Otoño, y el Invierno, del artista José de Madrazo. Esta obra son del ciclo más interesantes de la pintura neoclásica española. Y están plasmadas sobre una plancha de cobre.
El “Retrato de Amadeo I”. Obra del artista Salvador Martínez-Cubells, considerado en su época uno de los mejores retratistas de la aristocracia.
El Asunto mitológico, obra de Rafael Tejeo, y que hoy esta titulado como «Arco Iris». A diferencia del resto, de esta obra no se conserva una fotografía en el inventario del Prado.
Pero no se encuentran en el Museo Provincial Emilio Bacardí las cuatro obras restantes que se enumeran en el informe de salida del archivo del Museo Nacional del Prado. Nos referimos a:
- El “Retrato de la reina Mariana de Neoburgo” firmado por Wantressel y que corresponde al artista Jan Van Kessel. Es un retrato de cuerpo entero y que fue un regalo de los hermanos Carderera al Prado en 1880.
- El “Sueño de Diana” del artista César Álvarez Dumont.
- El “Paisaje con figuras” del pintor Rafael Tejeo
- El “Retrato de Fernando VII” de autor anónimo.
De estos cuatro cuadros solo se conoce el aspecto del Paisaje con figuras de Rafael Tejeo, porque si se conserva una fotografía en los inventarios del Museo del Prado. Pero no de los otros tres. Tendríamos que indicar que por un error del registrador del Prado, inicialmente se pensó que se había cedido el retrato de Isabel de Borbón, del artista Villandrando en lugar del que si se cedió y que fue el retrato de reina Mariana de Neoburgo. Hoy podremos disfrutar en el Museo del Prado el cuadro que por error no se cedió, y que fue el retrato de Isabel de Borbón.
Los cuadros desaparecidos no figuran entre las obras de ninguna institución pública, por lo que decimos, muy posiblemente se encuentren en colecciones privadas.
Cuando visitamos en museo, tanto el personal como los posters o carteles del museo informan al visitante que las obras proceden del Museo del Prado de Madrid.
Y del mismo modo, también en los inventarios del Museo del Prado figurando esas obras como cedidas. No cuestionamos las razones por las que todavía se encuentran en Cuba estas doce obras pertenecientes al Museo del Prado. Lo cierto es que durante nuestra visita al Museo Emilio Bacardí nos pareció buena la preservación de las obras y que las condiciones en las que se encuentran son adecuadas, temperatura etc. Aunque es cierto que no somos expertos en la materia. En todo caso si hacemos hincapié en la perdida de las cuatro obras de paradero desconocido.