El Parque Céspedes es la plaza del casco antiguo, antaño era la Plaza de Armas. También fue nombrada Plaza de Isabel II. Lamentablemente, a pesar de ser el centro histórico de la ciudad, la plaza no ha conservado su imagen colonial. Solo conservan un aspecto colonial la Casa de Velázquez y el edificio del Ayuntamiento. El resto de sus edificios son de estilo Neoclásico. Estas nuevas edificaciones son reflejo del afán de renovación y de modernidad por parte de las clases dominantes tras la independencia de la Corona Española.
La plaza fue el centro político, religioso y administrativo de la ciudad. Todavía hoy por entre sus calles bulle la vida santiaguera, su ambiente aumenta progresivamente a medida que oscurece. Recibe este nombre por el monumento a Carlos Manuel de Céspedes.
Alrededor de la plaza hay varios edificios de gran importancia. La Casa de Velázquez es la edificación española más antigua de toda América, fue Casa de Contratación y residencia de los gobernadores. Hoy es el Museo de Ambiente Histórico. De estilo colonial también se encuentra el Ayuntamiento, sede de la Asamblea Municipal del Poder Popular. La Catedral nace con la fundación de la ciudad, pero los ataques de corsarios y varios terremotos provocaron numerosas reconstrucciones y como consecuencia la actual catedral es de estilo eclético y neoclásico. El resto de edificios de la plaza de estilo ecléctico son obra del arquitecto Carlos Segrera: el hotel Casa Granda y el Club San Carlos.
La iluminación nocturna y ambiental de la plaza y de sus edificios emblemáticos ha sido renovada en el 505 aniversario de la ciudad, 18 de junio de 2020. En una ceremonia teatral y musical aunque con poca personas por las medidas adoptadas para prevenir la propagación del COBIT.
La historia de la plaza a través de los edificios que la rodean es tan eminente que hace necesario realizar una introducción detallada para cada uno de los edificios que conforman la plaza.
El Ayuntamiento y el futuro museo
El Ayuntamiento, sede de la Asamblea Municipal del Poder Popular, es el edificio que atrae a las miradas por su elegancia simplista y el aire historicista colonial de su arquitectura.
También estuvieron aquí los anteriores edificios que fueron sede de los diferentes gobiernos de la ciudad, pero ninguno tuvo la belleza del actual. Los primeros fueron de guano y madera, y acabaron en cenizas. Otros fueron de piedras y tejas y de una sola planta. Y colindaban con otros edificios de otras funciones, la cárcel y el hospital. En 1788 llego a tener dos pisos. Hasta que dejo de existir por ser derruido por completo por un temblor a finales del SXIX. Si, Santiago de Cuba llego incluso a no tener edificio propio para su sede de Gobierno durante algunos años, los representantes debían reunirse en casa de algunos de los vecinos que tenían esas posibilidades.
Pero lo que realmente maravilloso de la actual la edificación y que no imaginamos es que en realidad se trata de un proyecto reciente, de mitad del S XX, pero sus reglas de construcción se basan fielmente en el estilo colonia de la época española. Explicaremos a continuación los motivos.
Tras años de no tener sede de gobierno, finalmente, en 1951 se inicio un concurso para presentar proyectos. Gano el proyecto el historiador y profesor de universidad, Francisco Prat Puig. Prat fue un barcelonés, republicano que tras la guerra civil se exilio a Francia y después emigro a Cuba. Allí ejerció de profesor de historia del arte en la Universidad de Oriente de Santiago de Cuba. Prat presento en el concurso un proyecto doblemente original y genuino. Baso su proyecto en los planos de un edificio del SXVIII que nunca se construyó, el Palacio del Gobernador. Prat adecuando los planos originales de época española al espacio con el que contaba. Inicio la construcción en 1954.
De esa forma, a partir de materiales modernos, proporciono el aspecto colonial del edificio. Es una arquitectura popular, de elementos simples y construcción simétrica pero a la que le otorga una belleza indiscutible.
El edificio tiene dos plantas y una cubierta de teja roja. En su centro alto de su fachada principal tiene una torre mirador también cubierta de teja roja. Le da un alto valor estético el cubierto soportal presidido por nueve arcos de medio punto con columnas pétreas, pero el conjunto queda decorado por sus tres balcones volados, enrejados con barrotes de madera que imprimen equilibrio al edificio. En el interior todos sus salones tienes techos de madera decorados al estilo mudéjar. Se trata de unas estructuras formadas por diferentes piezas que, sin ayudas de adhesivos ni clavos, se ensamblan entre si para formar la unidad, armadura, que soporta la cubierta de cuatro aguas del techo.
La anécdota histórica que tiene este edificio en relación Fidel y la Revolución. Surgió tras la huida de Batista en mitad de la noche de la celebración del fin de año. Al día siguiente, primero de enero de 1959, Fidel bajo con sus hombres de la Sierra Maestra para llegar hasta el Ayuntamiento de Santiago, una vez así salió por el balcón principal para dirigiéndose a los santiagueros que se había congregado en la plaza. Aquí dejamos parte de aquel primer discurso de Fidel que simbolizaba el triunfo de la Revolución Cubana;
“La república no fue libre en 1895 y el sueño de los mambises se frustró a última hora; la Revolución no se realizó en 1933 y fue frustrada por los enemigos de ella. Esta vez la Revolución tiene al pueblo entero, tiene a todos los revolucionarios, tiene a los militantes honorables. ¡Es tan grande y tan incontenible su fuerza, que esta vez el triunfo está asegurado! Podemos decir con júbilo que en los cuatro siglos de fundada nuestra nación, por primera vez seremos enteramente libres y la obra de los mambises se cumplirá”.
En la fachada del edificio nos llama la atención los dos objetos a ambos lados de ese balcón principal, son los dos títulos honoríficos otorgados en 1984 y que tiene la ciudad de Santiago de Cuba por su participación heroica en los acontecimientos revolucionarios; el titulo de “Ciudad Héroe de la República de Cuba” y la Orden “Antonio Maceo Grajales”.
Si nos encontramos celebrando el nuevo año en Santiago de Cuba durante nuestras vacaciones podremos asistir a la “Ceremonia de la Bandera”. Se conmemora el osado gesto que tuvo su primer alcalde Emilio Bacardí Moreau, que aun bajo el protectorado de los Estados Unidos izó la bandera cubana desde su balcón.
La buena noticia es que en breve el edificio podrá ser visitado por cubanos y turistas. Porque la actual sede de la Asamblea Municipal del Poder Popular se trasladará a otro edificio en la Avda. de las Américas y este edificio de la Plaza Céspedes será destinado a un museo dedicado al Primer Frente Guerrillero y a la historia revolucionaria y donde también tendremos oportunidad de ver la historia del edificio. El edificio mantendrá su actual estructura, con su fachada, sus salones y patio. Tendrá doce salas de exposición dotadas de medios audio visuales y tecnología de comunicación donde al espectador interactúa a medida que descubre la evolución del movimiento guerrillero en una inmersión de imágenes y sonidos ambientales de la fauna de la sierra Maestra. Todo ello a través de pantallas táctiles, similares a las que ya cuenta el actual Museo de Segundo Cabo en La Habana.
La Casa más antigua de América
En la esquina noroeste se encuentra la que un día fue casa de contratación y Fundición de la Corona Española y albergo también la casa de Diego de Velázquez de Cuéllar, Gobernador de la isla Fernandina (Cuba). La mando construir en 1516 el mismo Hernán Cortés.
La casa hoy es el Museo de Ambiente Histórico Cubano Es un edificio de dos plantas con fachada de piedra.
El piso superior tiene dos grandes balcones decorados con maderas labradas. Y en la planta baja destacan la belleza de las ventanas con sus rejas de estilo mudéjar, todo el conjunto en madera.
La tiene un patio ajardinado en el interior, en él todavía se conserva un pequeño horno para la fundición de oro.
El piso superior esta destinado a las dormitorios y salas de residencia, sus techos están decorados en madera labradas de estilo mudéjar.
Sus techos forman una estructura a partir de un conjunto de piezas de madera lineales ensambladas entre si. Es una armadura que soporta la cubierta de cuatro aguas.
La casa está decorada con muebles lujosos de madera labrada y toda clase de objetos de la época.
Entre los que se conserva el yelmo de la armadura y una espada.
La casa no siempre estuvo en tan buen estado de conservación como el actual. La conservación del patrimonio cultural no siempre fue primera prioridad para los gobiernos anteriores. La casa tuvo diferentes usos sin mantenimiento por lo que su deteriorándose en el paso de tiempo fue mordaz. Por ejemplo llego a ser un taller textil, incluso un espacio divido y destinado a la vivienda de varias familias.
Tras el triunfo de la revolución la casa fue reconstruida en 1965. El objetivo fue que recuperara de su estado original, para ello la Comisión Nacional de Monumentos de Oriente conto con el asesoramiento de Francisco Prat Puig, historiador de arte.
Prat era un barcelonés republicano quien se había exiliado en Cuba tras la guerra civil, allí ejerció de profesor de historia del arte en la Universidad de Oriente de Santiago de Cuba. Su colaboración fue de inestimable ayuda.
La estructura y otros elementos en madera se encontraban en pésimas condiciones, la humedad y la carcoma la habían afectado mucho.
También tuvieron que ser retirados los diferentes tubos y canalizaciones de desagüe que no correspondían a la época. La finalidad fue la recuperación fidedigna con respecto a la arquitectura original.
El actual conjunto del Museo esta compuesto por cuatro partes: destaca en primer lugar el patio interior de la vivienda y las galerías ambos.
Las diferentes dependencias del S. XVI y XVIII. Por último se conserva en buen parte del horno para fundir el oro.
Junto con la casa de Diego Velázquez, el museo ha restaurado y adquirido un segundo edificio contiguo de 1830.
Esta vivienda fue residencia de una rica familia española. Los Quesada. Este segundo también ha sido ambientada a su época.
El resultado final es de gran belleza arquitectónica pero además ha sido muy bien ambientada con muebles de época: cerámicas españolas y porcelanas francesas y otros muchos elementos que abalan la riqueza y la opulencia con la que vivió el propietario de la casa.
Regresando al museo de la casa de Diego Velázquez; para entender mejor su relevancia en la historia, tal vez debiéramos hacer una puntualización en su vida y explicar su relación con Cuba. Siempre caemos en el error de atribuir todos lo sucedido a Cristóbal Colón por ser el descubridor. Pero en realidad él solo fue “el explorador”. Por así decirlo, en sus cuatro viajes no tuvo más oportunidad que navegar, desembarcar, tratar de aprovisionarse y contactar con los indígenas cuando estos no se ocultaban ante su presencia. Pero obviamente después eran otros los que realizaban la exploración, la expansión y la conquista. Es decir eran otros los que poblaban y los que “apaciguaban” a los indígenas cuando estos se revelaban ante la codicia de los españoles. Diego de Velázquez fue uno de aquellos hombres.
Diego Velázquez de Cuéllar se enroló con 29 años en el segundo viaje de Cristóbal Colón en 1493 y nunca más regreso a la Península. Aquel segundo viaje no fue solo de expedición, pues acompañaron al almirante eclesiásticos, colonos y caballeros e hidalgos con deseos de obtener riquezas.
Los españoles del segundo viaje abusaron más aun de los indígenas de La Española (hoy Republica Dominicana). Estos empezaban a ver a los españoles como una amenaza y con los que mantuvieron algunos enfrentamientos. La historia atribuye el protagonismo de los indígenas a la reina o cacique Anacaona quien gobernaba el oeste de la isla.
Para acabar con los enfrentamientos; Diego Velázquez, que comandaba el grupo de españoles, tramó un plan para acabar con la resistencia de Anacaona, la invitaron a un encuentro amistoso. Anacaona acudió con su familia y un grupo de aborígenes. El encuentro tuvo lugar en una gran cabaña (caney). Los españoles fueron recibidos con una gran fiesta y con bailes de bienvenida y a pesar del buen recibimiento continuaron con el plan trazado; prendieron fuego a la cabaña con todos los indígenas dentro. Solo unos pocos pudieron escapar, Anacaona no murió en el incendio pero fue ahorcada días después en plaza pública. Entre quienes pudieron salvarse se encontraba un indio llamado Hatuey, quien huyó hasta la isla vecina, que era Cuba y donde habitaban los indios ciboneys.
Diego Velázquez adquirió gran protagonismo por la “pacificación” de los indígenas por ser el capitán principal en esos meses de enfrentamientos. Así lo narró entonces el Gobernador General en La Española, Nicolás de Ovando. Por su labor de conquista en La Española Diego Velázquez recibió una buena encomienda de indios en los repartimientos de 1504 y 1505.
Mejorando en mucho su posición económica, al recibir mano de obra para sus haciendas y minas, llegando a ser uno de los vecinos más ricos en La Española.
En 1511 el nuevo Gobernador, Diego Colón, encargo Diego Velázquez la conquista y el poblamiento de Cuba. Y este, con recursos económicos propios obtuvo cuatro naves para la campaña y enrolo a trescientos hombres.
La conquista y poblamiento de Cuba implicaba fundar ciudades. Durante la expansión por la isla encontró resistencia de los indios, a los que Diego Velázquez respondió con la guerra, el sometimiento y la esclavitud de los indígenas. Así fue en cada una las siete primeras ciudades que fundo. La primera ciudad fue Nuestra Señora Asunción de Baracoa en 1512.
En Baracoa se enfrento con el indio Hatuey, huido de La Española y refugiado en esa zona, quien había alertado a los indios y organizado un grupo para enfrentarse a las tropas de Diego Velázquez. Hatuey fue capturado y condenado a morir en la hoguera por orden de Diego Velázquez.
Entre los hombre que acompañaban a Diego estaba Hernán Cortes quien sería nombrado Alcalde de Baracoa.
En los dos años siguientes fundo las otras seis ciudades con la ayuda de su capitán Pánfilo Narváez. En 1513 San Salvador de Bayamo. En 1514 Santísima Trinidad, Sacnti Spíritus, Santa María del Puerto de Príncipe y San Cristóbal de La Habana situada en la costa sur de la isla en un inicio, en la actual Batabanó, para trasladarla después a la costa norte en 1519. Y por último 1515 Santiago de Cuba donde fijo la capital desde 1522 a 1589. Decidió fijar aquí su residencia por la cercanía al gobierno colonial que estaba en La Española.
Por consolido así la posición española al establecer estos enclaves, el Rey nombro a Diego Velázquez Gobernador y repartidor general de los indios de Cuba. Tras conquistar Cuba tocaba continuar al otro lado del mar, por lo que la Corona Española nombro a Diego Velázquez adelantado de Yucatán. Desde esta misma casa de Santiago de Cuba se organizaron la futuras expediciones para la conquista de México. La tercera expedición fue la de mayor envergadura y para esta ocasión Diego Velázquez nombro capitán al frente a Hernán Cortés.
Diego Velázquez murió en esta casa de Santiago de Cuba la noche del 11 al 12 de junio de 1524. Al morir tenía 19 haciendas, 3000 cerdos y 1000 reses. Y entre las mandas testamentarias dejó dinero para que se dijeran 300 misas por su alma. Sus restos se cree que se encuentran en la Catedral de Santiago de Cuba, también en el Parque Céspedes.
La Catedral
La primera vez que visitamos la Catedral de Nuestra Señora de la Asunción de Santiago de Cuba nos sorprende negativamente, porque tenemos la idea de que por ser la primera catedral de Cuba tuviera que tener un estilo arquitectónico propio de los siglos del descubrimiento. Pero la Catedral actual tiene es un estilo Eclecticismo o Neoclásico. No se ha conservado el edificio original de la Catedral. Las anteriores Catedrales fueron incendiadas y saqueadas por los piratas o fueron derruidas por los terremotos. La actual Catedral es el cuarto edificio y corresponde al siglo XIX.
En 1522 se fundó la ciudad de Santiago de Cuba y se nombrada capital de Cuba. Como consecuencia, se traslado la Sede del Obispado de la Isla desde Baracoa a Santiago. Así la pequeña y modesta iglesia de Santa Catalina construida de madera y guano recibió los honores de Catedral. En poco tiempo se iniciaron las obras para construir un nuevo templo en un nuevo emplazamiento.
En esos años la iglesia de Santa Catalina sufrió un incendio devastador. Por lo que el nuevo emplazamiento para iniciar las obras de la Catedral, llego a ser años después la Plaza de Armas, actual Parque Céspedes. Aquella primera Catedral se construyo con maderas y piedra. Y tuvo la orientación de Este a Oeste, con la fachada principal hacia la bahía, desde donde se divisaba la entrada de embarcaciones. La construcción de la Catedral finalizo en 1528.
La catedral fue saqueada en varias ocasiones por piratas y corsarios. Los daños ocasionados por aquellos saqueos, hizo necesario que se reparase en varias ocasiones. Finalmente en 1662, el pirata Henry Morgan provoco un gran incendio en la Catedral tras su ataque a la ciudad, provocando la necesidad de realizar una la segunda edificación entre 1666 y 1670. Y unos años después, en 1678 un gran terremoto provoco daños tan graves que hizo necesario una tercera catedral. Se demolieron los restos de la inicial y se levantó un nuevo edificio desde sus cimientos. Un templo más grande y esplendoroso, con capillas laterales, una torre y una cúpula.
El terremoto del 11 de junio de 1766 dejo a la catedral en pésimas condiciones. Dando paso a la cuarta y última catedral, que se construiría entre 1810 y 1818. Se tardo cuarenta y cuatro años en iniciar las obras por el dilatado proceso de discusión sobre las cuestiones técnicas que debía tener la estructura para resistir terremotos. Tomaron parte en esta deliberación y criterios: el clero, el gobierno local, la Academia de San Fernando en Madrid y la Corona a través de múltiples Cédulas Reales. Motivo por lo que el proceso se eternizó
Finalmente las obras se iniciaron el 15 de agosto de 1810 con el proyecto del maestro mayor de carpintería Pedro Fernández. Durante los trabajos se hallaron la lápida de Diego Velázquez, quien recordemos que había muerto en 1524. El hecho hizo pensar que Don Diego había sido enterrado durante la construcción de la primera catedral. Hecho que no se pudo confirmar porque los arqueólogos nunca encontraron sus restos ni existe constancia de que estos hubieran sido trasladados. Hoy la lapida están expuesta en el museo de Emilio Bacardí Moreau.
Se trataba de un edificio con cinco naves, de 2.115 m2, donde los arcos techos y cúpula fueron construidos de madera. La fachada podía ser del etilo barroco tardío. La nueva Catedral cambio su orientación hacia la plaza, de norte a sur.
Lamentablemente el devastador terremoto del 20 de agosto 1852 derrumbó las naves laterales y las torres. La rehabilitación duro sólo dos años y quedo inaugurada el 24 de marzo de 1854. En esta ocasión el Altar Mayor se construyo en mármol, pero dejo al conjunto un aspecto Neoclásico sobretodo por cambio sustancial del frontón neoclásico. En 1873 se adquiere en Zaragoza el un nuevo órgano. Y en 1874 se instala un reloj en la torre derecha.
Se inicio unas reformas en el edificio 1919 -1922, bajo la dirección del arquitecto Carlos Segrera Fernández. La catedral adquiere un estilo Eclecticismo y gana en esbeltez gracias a sus torres estilizadas y la renovada volumetría de la fachada principales. Sin embargo, mantuvo intacta la parte posterior del edificio.
Se colocaron tres estatuas: Rematando el friso hay dos estatuas, la de Cristóbal Colón y el padre Bartolomé de las Casas. Coronando la catedral, la escultura en mármol del arcángel Gabriel que mantienen en una mano la trompeta anunciadora del nacimiento del niño Jesús. Su cabeza está ladeada mira al mar, a la puerta de entrada que es la bahía de santiaguera. (Para los santiagueros este arcángel Gabriel es el equivalente de la Giraldilla a los habanero). El interior se decoro con falsos techos rematados de yesería y pintados.
Con el fin de evitar desplazamientos de tierra en los cimientos de la catedral, se escarbo y se construye diferentes locales comerciales. Posibilitando así futuros mantenimiento que se habrían hecho imposible si se entierran los muros. Por ese motivo en tres de sus fachadas, excepto la posterior, encontramos arcadas continuas.
El terremoto de 1932 puso en riesgo la permanencia de sus torres y daño el arcángel que perdió una de sus alas. Los trabajos realizados eliminaron las columnas decorativas en el tambor de las torres y el Arcángel perdió para siempre su cruz gamada.
En los ochenta y noventa se restauro la cúpula mayor que estaba, afectada en su estructura interna de madera por un incendio. La actual catedral conserva todo el patrimonio material acumulado por el clero santiaguero durante medio milenio. La obra religiosa más importante es el Santo Ecce Homo. Es la pintura más antigua conservada en Cuba. Y debemos observar también la sillería del coro, exquisitamente tallada.
El museo Arquidiocesano, esta en reparación; se accedía desde le lado este de la catedral, se exponen estatuaria y arte sacro.
Pero si nos encontramos en buena forma física podremos subir hasta lo alto de uno de sus torres. Desde allí tendremos la oportunidad de contemplar la vista de la ciudad. No olvidemos la cámara de fotos.
Ya en el siglo XXI, con la celebración del quinientos años de la ciudad, se realizo un proyecto de recuperación integral de la catedral. Exteriormente desapareció el color amarillo que fue sustituido por su color gris actual de más elegancia y sobriedad. Y se reparó la cúpula de la torre izquierda. A los pocos días de la celebración de la fundación de la ciudad, el 22 de septiembre de 2015, el Papa Francisco visitó la Catedral desee donde dio una bendecir la ciudad y a todos los santiagueros.
El Club San Carlos y los inicios revolucionarios de Oriente.
Desde su fundación en 1859, y durante todo un siglo, fue el centro social más distinguido de la burguesía Santiaguera. Inicialmente, se inauguró como una academia de esgrima, “Academia San Carlos”, en honor del Gobernador de Oriente, Don Carlos de Vargas Machuca.
Sus fundadores fueron españoles criollos y franceses que huyeron de Haití, pero también ingleses, alemanes y norteamericanos radicados en la ciudad. Nunca imaginaron que un día llegaría a ser un club tan distinguido. Tanto así, que en 1865 tuvieron que redactar un nuevo reglamento social que aglutinaría los principios y valores del nuevo club; ahora bajo el nombre de “Club San Carlos”.
Se había convertido en un centro social elitista en el que se desarrollaban todo tipo de actividades culturales. El club aglutinaba a personas con gran posición social y con alto status económico; tanto a las familias del más rancio abolengo, como a los nuevos ricos que se lucraron del auge económico. Pero en este Club nunca admitió a negros ni a mulatos. Uno de los socios más conocidos fue Don Emilio Bacardí Moreau.
Todos querían pertenecer al club para asistir a su banquetes o a las suntuosas recepciones, tanto bailes de etiqueta como fiestas de disfraces. Además, se organizaban brillantes conciertos o actuaciones de ópera. El distinguido y refinado ambiente social del Club San Carlos nada tenían que envidiar, en aquel momento, a las recepciones de etiqueta en las importantes ciudades de Europa o América.
También se organizaban actos de homenaje, conferencias y reuniones políticas. Este tipo de reuniones fueron muy frecuentes antes y durante la guerra de independencia. Muchas de esas reuniones eran conspiratorias, en favor de la independencia de Cuba. Pero a pesar de las amenazas del gobierno colonial por evitar este tipo de desplantes y provocaciones, nunca se cerró el club, porque sus miembros eran muy poderosos.
En aquella época, la actividad económica de la provincia Santiago y prácticamente en toda la zona oriental, se basaba en plantaciones esclavistas de caña y café. Recordemos que el movimiento independentista se inicia en el oriente de la isla y que el desencadenante de la guerra contra España fue el beneficio económico de las elites sociales y su interés por comercializar con EEUU.
Una prueba ideológica que tenían los miembros del Club San Carlos es el significativo hecho que aquí fue el primer lugar donde se enarboló la bandera cubana tras la guerra de independencia. Aunque, al día siguiente fue arriada para remplazarla por la estadounidense.
Volviendo a la institución del club; inicialmente existieron tres sedes previas al actual edificio, el aumento de miembros y los elegantes bailes hizo necesario un nuevo emplazamiento. En 1870, se arrendó la casa que había sido la residencia de Don Bartolomé Portuondo y Rizo, Marques de las Delicias de Tempú. Aquella sería la ubicación definitiva porque en 1882 se compro la casa por 23.000 pesos.
Tras la independencia cubana, los socios vieron la necesidad de construir un nuevo y lujoso edificio, que fuese imagen representativa de la institución, la obra costó 150.000 pesos, que era una gran suma de dinero en aquella época. En 1906 se demolió la que había sido casa del Marques, para construir un nuevo edificio de tres plantas de estilo Neoclásico, que se finalizó en 1913. La obra estuvo a cargo del arquitecto Carlos Segrera Fernández.
Su arquitectura tiene muchos elementos clásicos. Su fachada en la planta baja está ornamentada con rostros de mujer y unas guirnaldas que otorgan una composición armónica a los pilares. A lo largo de sus dos planta superiores; se construyeron unos amplios corredores, para dar solución al caluroso clima.
Era muy común ver, desde la calle, a los privilegiados miembros del Club sentados en sus cómodas mecedoras, mientras observaban la vida en la plaza.
En el interior; su amplio vestíbulo y su lujosa escalera de doble acceso son el preámbulo de su refinada decoración interior, su salón principal está adornado de forma recargada y esplendorosa.
Pero lamentablemente aquella nueva sede del Club San Carlos no escapo del terremoto de 1932; con aquel terremoto se perdió la tercera planta, desaparecieron sus dos hermosas cúpulas coloreadas con elementos cerámicos, perdiendo también su frontón semicircular central en el que figuraba en alto relieve el nombre del Club y su escudo. Así, en este estado, ha permanecido hasta nuestros días.
Como hemos indicado anteriormente, existió una conexión entre el Club San Carlos y los inicios del movimiento independentista. Aquellos criollos, caudillos de grandes haciendas y con alto poder económico, históricamente habían sido excluidos de las decisiones políticas del Estado. Pero su descontento, principalmente, estaba infundido por las restricciones al libre comercio y los altos aranceles que gravaban el comercio con los Estados Unidos.
Esta frustración llegó a su punto álgido a mitad del S.XIX; cuando se produjo el incremento de su producción azucarera gracias aumento de esclavos y la modernización de los ingenios azucareros al incorporar el ferrocarril. España quiso beneficiarse también de aquel incremento de producción aumentando los impuestos; estrangulando todavía más las aspiraciones de los criollos.
Los miembros de este Club, como ricos hacendados también se vieron limitados sus beneficios, y como aquellos, fueron parte de aquel movimiento independentista. La sublevación se preparó en la sombra durante tiempo, para después y a plena luz del día, un grito entre el tumulto de una plaza pública provocase la revuelta inicial.
Al mismo tiempo, otro generador determinante del conflicto fueron los EEUU. Su prosperidad económica y desarrollo industrial le impulsaban a ambicionar nuevos mercados sin competencia y con oportunidades de inversión.
EEUU ya había compra los territorios de Luisiana y La Florida, a Francia y a España respectivamente. Además, en 1848, tras dos años de guerra contra México, pudo adquirir territorios hasta el Pacifico: California, Nevada, Texas, Colorado, Arizona, Utah, y Nuevo México.
Estos nuevos territorios no serían suficientes, ni tampoco un decadente imperio español refrenaría a EEUU en sus aspiraciones estratégicas expansivas de controlar el continente.
Por tanto, los intereses de EEUU y Cuba no parecían ser contrarios; unos anhelaban nuevos mercados y los otros ansiaban más libertad de comercio. Los incautos cubanos no descubrirían la confabulación norteamericana y su ambición hasta el final de la contienda.
Durante la primera mitad del siglo XIX las relaciones entre España y los Estados Unidos eran muy buenas, Norteamérica nunca reconoció la beligerancia de los cubanos porque la intención era anexionarse Cuba pacíficamente, con acuerdos entre la oligarquía cubana y el gobierno español.
Fueron múltiples los contactos entre ambas administraciones para intentar comprar Cuba, tanto en Nueva York como en Madrid. Las cantidades de compra oscilaron entre los 100 millones de dólares, hasta la última oferta en febrero de 1898 del presidente McKinley que alcanzó los 300 millones.
EEUU había apoyado a los insurrección por dos vías. En Nueva York ayudaba a José Martín en su actividad política para la fundación del Partido Revolucionario Cubano. Sus líderes fueron el apoyo político e institucional que dieron indicaciones para nombrar los diputados que redactaron la Constitución y designaron el gobierno de Salvador Cisneros Betancourt. Ahora la insurrección cubanos estaban sustentados por un partido, una constitución y un gobierno. La organización política e institucional ya estaba fraguada.
Por otro lado, EEUU mantenía contactos con aquellos descontentos y ricos hacendados azucareros del movimiento insurreccional cubano. A quienes apoyaban con armas y económicamente. La administración norteamericana hacía años que había favorecido el tráfico de armas y el contrabando desde Florida a los pequeños puertos de la zona oriental. Motivando que el movimiento insurreccional se localizara en la región de Santiago.
Un ejemplo de aquel contrabando de armas fue el apresamiento del buque Virguinius, quien desde hacía tiempo proporcionaba armas y suministros a la insurrección cubana. En mitad de la “Guerra de los Diez años”, el 31 de octubre de 1873, la armada española, con la corbeta Tornado, pudo por fin apresarlo.
Comentamos este hecho porque el Club San Carlos jugo un papel importante en los juicios tras la captura del Virginius, intentando minimizar los condenados, como aquí describiremos.
Cuando el Virginius fue descubierto se encontraba a seis millas de Santiago de Cuba, transportaba guerrilleros independentistas cubanos y mercenarios estadounidenses, e ingleses y pretendía descargar en Cuba rifles, Winchester, revólveres, uniformes y calzado, pólvora, medicinas y hasta caballos.
El número total de apresados se conoce con exactitud, hay disparidad de número de detenidos entre los diferentes informes. En la hoja de servicio inicial del general Juan Nepomuceno Burriel, Gobernador Civil del Departamento Oriental, se reflejaba la cifra de 255 detenidos, en otros informe aparece la cifra de 165 detenidos. El mismo General impuso intencionadamente una férrea censura a los medios de información de la isla, tanto cubanos como extranjeros. Se sospecha que existió un intento de ocultar el número de tripulantes o detenidos para eludir sus responsabilidades, porque la mayor parte de los apresados eran oficiales, personas de clases influyentes. Entre los que se encontraban cuatro importantes jefes de la insurrección separatista.
La cifra oficial final de detenidos más fiable sería de 154; de los cuales 53 correspondían a los tripulantes de nacionalidad norteamericana, británica y francesa. Los restantes 101, seguramente eran insurgentes cubanos, ya que no se pudo determinar o conocer con detalle los nombres y sus nacionalidades porque la mayor parte de los prisioneros arrojaron su documentación por la borda ante el apresamiento inminente.
Aquel apresamiento provocó un conflicto diplomático entre España y EEUU; quien con su supuesta afrenta provocó una tensa situación que a punto estuvo de declarar la guerra. España no deseaba tal situación debido a la insostenible situación política y social en la Península; su joven Primera Republica estaba centrada en resolver las Guerras Carlistas y recuperar Cartagena en manos de los cantonalistas. Aquel posible conflicto bélico habría podido significar la perdida de Cuba 25 años antes.
El día 2 de noviembre, al día siguiente de la llegada del Tornado con los apresados y la nave pirata a Santiago de Cuba, tuvo lugar el consejo de guerra bajo la acusación de piratería y rebelión armada.
La captura del Virginius suponía un gran éxito frente al levantamiento. El pueblo de Santiago clamaba sangre contra los revolucionarios, el acontecimiento había exacerbado los ánimos de los principales grupos de poder de la isla, principalmente el Casino Español y los oficiales del Cuerpo de Voluntarios, quienes presionando a las autoridades militares de la isla.
El General Burriel, inició los consejos de guerra con los apoyos de esos grupos y sin esperar instrucciones de la península. La evidente culpabilidad del enemigo no ofrecía otra posibilidad, quien de formas reiterada y persistente habían enfrentado y combatido en armas contra España.
Por otro lado, también se apresuraron a presentarse como parte del jurado el presidente y otros miembros del Club San Carlos, suponemos que con la intención de interés de intentar minimizar las condenas; que inicialmente se consiguió porque la sentencia inicial solo condenó a muerte a los cuatro lideres con alta graduación del Ejercito Libertador. Pero aquel intento de reducir las condenas fracasó cuando el 7 de noviembre se establecería un segundo consejo de guerra sin la participación del Club San Carlos.
Aquella segunda sentencia fue unánime, se condenaron a ser fusilado a 37 acusados; entre los que se encontraban el capitán del Virguinius, veinte ciudadanos norteamericanos, dieciséis británicos, un francés, y dieciséis expedicionarios cubanos. Al día siguiente, un acta de adición a la sentencia, aumento el número de fusilamientos en 12 más.
En total se ejecutó a 57 personas según cifra aportada por el propio Burriel, (aunque otras fuentes documentales indican que fueron 53).
Pero existieron problemas de comunicación entre Santiago de Cuba, La Habana y Madrid. El capitán general de Cuba, teniente general Joaquín Jovellar Soler, se encontraba el día 4 de noviembre en La Habana cuando recibió la noticia del fusilamientos de los cuatro dirigentes insurgentes cubanos. Rápidamente, notificó el hecho a los ministros de la Guerra y de Ultramar en Madrid. Informando también de la amenaza del cónsul de Estados Unidos de suspender las relaciones diplomáticas, intimidando incluso con declarar la guerra si el vapor apresado y los detenidos no eran liberados.
La enmascarada injerencia norteamericana actuaba en interés propio; coaccionando a España protegiendo al vapor Virginius para permitir la beligerancia de los rebeldes cubanos. Los hechos fueron un precedente de la crisis del 98.
El gobierno de Madrid respondió a Joaquín Jovellar ordenándole evitar los fusilamientos. La frágil situación peninsular de la Primera República, deseaba evitar el conflicto internacional y la posible guerra.
Se llego a una situación tensa porque el Capitán General de Cuba cuestiono las ordenes argumentando la gravedad de los delitos cometidos: El ministro de la Guerra, el general José Sánchez Bregua, tuvo que insistir con contundencia a Jovellar en la suspensión inmediata de las sentencias de muerte.
Pero Jovellar no pudo trasmitir las ordenes de Madrid a tiempo porque la línea telegráfica en la isla había sido cortada por los insurrectos. La comunicación no fue restablecida hasta el 9 de noviembre; no se pudo informar de las ordenes de Madrid para poner fin a los fusilamientos, ni tampoco Santiago de Cuba puco poner al corriente del resto de fusilamientos posteriores.
Sin embargo, un empleado de la agencia británica del cable de Santiago de Cuba envió un mensaje clandestino a Kingston, informando de la sentencia contra los extranjeros. Desde Jamaica los ingleses enviaron un buque de guerra a Santiago de Cuba, para intentar impedir fusilar a sus compatriotas. Estos también avisaron a las autoridades norteamericanas, quienes se pusieron rápidamente en movimiento.
El sábado 8 de noviembre, el buque de guerra de la Royal Navy Niobe, al mando del comandante Lambton Lorraine, llegó a Santiago procedente de Kingston. Lorraine solicitó entrevistarse con Burriel, y ante la negativa a ser recibido, Lorraine llegó a amenazarle con intervenir militarmente si no cesaban los fusilamientos.
Como hemos indicado, hasta el día 9 de noviembre, el capitán general de Cuba Joaquín Jovellar no pudo transmitir a las órdenes de Madrid. Un día después de la llegada comandante Lambton Lorraine. Ahora Burriel no tuvo más remedio que dejar en suspenso el resto de las ejecuciones previstas, pero decidió no hacer públicas las órdenes de Madrid para evitar protestas de los grupos más radicales.
Días después, llegó también a la bahía de Santiago de Cuba el buque de guerra norteamericano USS Wyoming, al mando del comandante William Barker Cushing. Quien recibió a bordo al comandante británico Lorraine, quien le puso al corriente. Cushing, solicitó una entrevista inmediata con el gobernador, que también le fue denegada.
Pero más resuelto e intrépido que su homólogo británico, sin más dilación maniobró a su buque para situarlo fuera del alcance de las baterías de los fuertes españoles, dando orden a sus artilleros de que apuntaran sus cañones hacia las posiciones militares de la ciudad y el propio palacio del gobernador. Esta actitud desafiante, aunque intrépida y bravucona, constituía una verdadera temeridad porque habría tenido nulas posibilidades de éxito, dada la superioridad de las fuerzas españolas en Santiago de Cuba.
Sin embargo, Burriel supo aprovechar la oportunidad para justificar el fin de los fusilamientos, quien ya había recibido órdenes estrictas de suspender las ejecuciones del Gobierno Español. Así que fue la ocasión perfecta para reunirse con ambos militares extranjeros escuchar, sus exigencias para abandonar las ejecuciones evitando el rechazo y presión de grupos radicales locales y ciertos mandos del Ejército.
El conflicto del Virginius se solucionó con el acuerdo firmado el 29 de noviembre de 1873, fue la claudicación de España con su compromiso a devolver la nave y los supervivientes además de pagar indemnizaciones por los anglosajones fusilados. Tiempo después una comisión de investigación reconoció que el Virginius no tenía derecho de enarbolar la bandera estadounidense al reconocer que era propiedad de la insurrección cubana, admitiendo que España había apresado correctamente el buque.
El número y la identidad de estos sobrevivientes no se documenta en ninguna de las referencias. Y de este modo, con la misma intención que había tenido el director del Club San Carlos, entre acusaciones y absoluciones, los sobrevivientes del Virginius desaparecieron de vista y de las páginas de la historia.
Otra prueba más de la inclinación ideológica de gran parte de los miembros del Club San Carlos y en concreto de su miembro más ilustre Don Emilio Bacardí Monreau; tras finalizar la guerra Don Emilio Bacardí fue nombrado alcalde de Santiago de Cuba y quiso conmemorar los acontecimientos de Virginius pero opto por resaltar el valor del comandante británico, Lambton Lorraine en lugar de los españoles.
Dando su nombre a la gran avenida que recorre los embarcaderos en el puerto de la bahía de Santiago y colocando su busto en bronce frente al edificio de la Aduana, «Calle Lambton Loraine». En la actualidad no se encuentra dicho monumento porque Fidel Castro ordeno cambiar el nombre a la avenida que hoy es la Avda. de la Alameda.
En el cementerio de Santa Efigenia de Santiago de Cuba hay un pequeño panteón rectangular, que tiene una palma real en cada una de sus esquinas, en el que figura una placa en memoria de las víctimas del Virginius.
Es evidente que el Virginius no hubiera tenido este final sin la ayuda de algunas de las personas influyentes del Club San Carlos.
Pero la evidencia irrefutable de la existencia de contactos y acuerdos entre los miembros del Club San Carlos y los políticos americanos fue la carta que el presidente del Club dirigió al mismo presidente de los EEUU. Tras finalizar la guerra de Cuba, los miembros del Club se sentían engañados, y reprobaban el Protectorado impuesto por los EEUU, mediante el cual permanecían gobernando Cuba.
El presidente y los miembros del Club San Carlos; decidieron en una reunión enviar una carta al mismo presidente McKinley. En ella le exigían un gobierno propio para Cuba y el establecimiento de la Republica cubana; … “todos (los abajo firmantes) deseamos un gobierno propio como compensación por los sufrimientos y el heroísmo de nuestro ejército, y el definitivo establecimiento de la República cubana, con autoridades cubanas”. Cita del libro “Bacardí y la larga lucha por Cuba” de Tom Gjelten.
Es evidente que ni el destinatario ni el trato parecen propios de un primer contacto, más bien muestra el reproché frente la falta de rigor en los compromisos acordados.
Las exigencias no obtuvieron rectificación por parte estadounidense quienes continuaron con el control político y económico hasta que llegó la Revolución Cubana de Fidel Castro.
EEUU tenía grandes intereses económicos en Cuba, las inversiones superaban los 50 millones de dólares, la mayor parte en la industria azucarera donde controlaban todo el ciclo de cultivo y su proceso industrial, acaparando el beneficio azucarero para el oligopolio norteamericano.
En 1890 el 90% de la producción azucarera cubana se vendía en EEUU; se cargaba en barcos americanos con destino a una única empresa refinadora. Los precios se fijaban en la Sugar Exchange de Nueva York; la información del mercado llega a Cuba a través de una agencia norteamericana, por cablegramas transmitidos por la Western Unión.
Una evolución paralela o similar ocurrió con respecto al proceso de la producción y comercio del Tabaco. En 1895 casi el 85% de las exportaciones de tabaco se dirigen a Estados Unidos.
Después de la guerra las inversiones y propiedades norteamericanas se incrementaron todavía más con el monopolio de United Fruit o la compañía de Aceros Bethelhem, que en 1901 controlaba el 80% de la explotación mineral cubano.
Con la declaración de guerra y la intención militar, Estados Unidos desplazó a España de sus posesiones en el Caribe y del Pacifico. Llegando a convertirse en el líder del hemisferio Occidental.
Las intenciones y el plan de EEUU, habían sido trazadas desde mucho tiempo antes. Así lo explicaba Frederik Emoiy, jefe de la Oficina de Comercio Extranjero del Departamento de Comercio de los Estados Unidos, en un artículo que apareció que el World’s Work de enero de 1902 afirmaba:
“Lo que forzó a los Estados Unidos a tomar las armas contra España en Cuba fueron nuestras relaciones económicas con las Indias Occidentales y con las Repúblicas de América del Sur … La guerra hispano-norteamericana fue un incidente de un movimiento general de expansión que tenía sus raíces en una capacidad industrial por encima de nuestras posibilidades de consumo interno. Parecía necesario no sólo encontrar mercados extranjeros para nuestros productos, sino también poner los medios para acceder a los mercados extranjeros de forma fácil, rentable y segura.
El mismo, presidente de la República Cubana en Armas, Cisneros desconfío de la ayuda del poderoso vecino; tras el desembarco de las tropas norteamericanas en Santiago de Cuba en 1898, llegó a predecir que la intervención amenazaba la independencia de Cuba.
Betancourt escribió su crítica en 1900: “No solamente actúan muy a menudo como conquistadores en tierra conquistada (sino que) han resuelto siempre en contra del pueblo de Cuba y a favor de aventureros”.
Cuando Betancourt fue elegido para la Asamblea Constituyente de 1901, fue uno de los principales críticos contra la Enmienda Platt y propuso a sus compañeros rechazarla totalmente, ya que con su aceptación Cuba “no tendrá soberanía, ni Independencia absoluta, ni será República”. Sus denuncias públicas lo convirtieron en persona no grata para Washington.
Del mismo modo, el general en jefe del ejército cubano, Máximo Gómez, al presenciar la partida de las tropas españolas y su sustitución por los ocupantes norteamericanos, escribió en su Diario de Campaña, el 8 de enero de 1899: «Tristes se han ido ellos y tristes hemos quedado nosotros; porque un poder extranjero los ha sustituido. Yo soñaba con la paz con España, yo esperaba despedir con respeto a los valientes soldados españoles […], pero los americanos han amargado con su tutela impuesta por la fuerza, la alegría de los cubanos vencedores; y no supieron endulzar la pena de los vencidos»
Concluimos este articulo con nuestra humilde sugerencia: cada generación necesita revisitar su historia para comprender su presente.
Bibliografía: Revista de Historia Naval, 159, 2023 (defensa.gob.es).
Periódico “El Gobierno, Diario político de la arde”, del 3 de diciembre de 1873. grupo.do (mcu.es).
Anécdota del Club San Carlos.
Una anécdota curiosa que enlaza el pasado con el presente. Don Bartolomé Portuondo y Rizo, marqués de las Delicias de Tempú, que era el dueño de la residencia que fue sede del Club San Carlos, tuvo un hijo con una sirvienta negra. El Marques tenía la carrera militar, por lo que tuvo el valor de darle el apellido a su hijo Bartolomé Portuondo Alfaro. Quien llegó a ser un destacado jugador de béisbol, se unió en matrimonio con Esperanza Peláez, de origen asturiano, blanca y aristócrata, a quien había conocido desde la niñez, de esta unión nació la conocida cantante Omara Portuondo.
El Hotel Casa Granda
Cuando visitemos Santiago de Cuba será visita obligada llegar hasta la cafetería del Hotel Casa Granda para disfrutar de las vistas al parque, verdadero mirador. La altura favorece la brisa refrescante que recorre la sala, amplio corredor que ocupa todo el ancho del edificio.
Su elegante estilo ecléctico da consistencia y uniformidad al resto del ambiente neoclásico de la plaza. Durante años fue el principal hotel del oriente de la isla, sobre todo después del desaparecido Hotel Venus con el terremoto de 1932. Antes de su construcción, en el lugar estuvo la Mansión de Don Manuel de Granda. Don Manuel nunca imagino que un día su apellido daría nombre al actual hotel.
En 1909 la compañía Ferrocarriles Consolidados de Cuba, (de capital mayoritariamente americano) compro el terreno para construir el hotel, no era esta la primera ocasión que invertía en el sector hotelero, también era propietaria del Hotel Camagüey. Encargaron el proyecto al arquitecto Carlos Segrera y a la sociedad constructora Amigos y hermanos. La construcción se inició en junio de 1913 y el hotel se inauguró en enero de 1914, en tal solo seis mese se finalizó la obra.
Inicialmente se construyeron solo tres plantas pero dos años después se construyo la cuarta planta y la azotea con su Roof Garden, vitrina de la ciudad por las maravillosas vistas. Podremos pasar un momento relajante en sus cómodos sofas
Se encuentra en la esquina de la plaza, ofreciendo fachada a la calle Heredia y al parque. Al adaptarse al desnivel del terreno provoca que su entrada principal sea por la calle Heredia. La recepción tiene unas escultóricas y amplias escaleras que acceden al piso superior. Es un edificio sencillo y a la vez majestuoso. La primera planta esta dedicada a los servicios propios del hotel. La fachada de la segunda y tercera planta son simétricas, de sobria decoración como muestran su balaustrada, los arquitrabes, la cornisa y friso. La cuarta planta, de construcción posterior como hemos dicho, muestra una particularidad que la diferencia del resto. Sus ventanas están ornamentadas por tres estrechas columnas que sostienen cuatro arcos de medio punto.
Las tres primeras décadas de vida del hotel fueron años de y altas facturaciones, en 1948 por ejemplo obtuvo 150 mil pesos anuales de beneficios. A pesar de ello, en 1954 solicitó un préstamo al banco para realizar reformas y mejorar sus servicios, el préstamo fue denegado.
Durante los años de la Revolución, los hoteles cubanos eran dedicados al mercado nacional exclusivamente. Solo los cubanos podían disfrutar de sus servicios a precios módicos o cuando eran premiados en el desempeño en su trabajo. Tras la caída del Bloque Soviético y con la nueva política de apertura al turismo internacional, este hotel y otros muchos fueron reparado con ese fin. El Hotel Casa Granda fue reformado para el turismo internacional entre 1993 y 1995. En actualidad lo regenta la cadena Iberostar, quien en los últimos años ha realizando grandes inversiones en toda Cuba.
No debemos perder la oportunidad de subir en ascensor a la azotea del hotel, a su Roof Garden. En él podremos disfrutar de las maravillosas vistas panorámicas de la ciudad y de la bahía mientras nos refrescamos con una bebida. Desde aquí podremos realizar fotos únicas de la Catedral y del parque.
Si tras disfrutar de estas vistas todavía tenemos necesidad de realizar más fotos panorámicas desde otra perspectiva, aconsejamos realizarlas en la terraza superior del restaurado Hotel Imperial, también obra de Carlos Segrera Fernández. Se encuentra en la calle Enramadas, justo detrás del ayuntamiento. Desde allí podremos también disfrutar de las vistas de Santiago.
Es cierto que la ubicación del hotel es envidiada, por estar en el mismo corazón de la ciudad y sin duda forma parte de la historia de Santiago de Cuba. A pesar de ello, nuestro consejo es que no nos alojarnos en ninguna de sus 58 habitaciones. Sino más bien que disfrutemos de todos los servicios que nos brinda el hotel durante nuestras visitas al centro: su Salón Cafetería donde nunca falta la ambientación de buena música tradicional cubana; del Roof Graden en su azotea, incluso también por la noche. Pero a la hora de buscar alojamiento es conveniente que nos alejemos del mundanal ruido de las calles principales para descansar. Por lo que puede ser una opción por ejemplo alojarnos en una casa particular.
El Desaparecido Hotel Venus
Hoy solo encontramos un edificio construido en los años 50 que contrasta en la plaza, es el del Banco Nacional de Cuba. Los turistas no reparamos en él ni por sus grandes cristaleras ni por su construcción de rectas líneas. Sino porque en lo alto de su fachada se ha instalado una pantalla gigantes desde junio de 2020 y porque en uno de los laterales hay un cajero automático con el que se puede operar con la tarje visa.
Pero en realidad en ese espacio de la plaza un día estuvo ubicado un lujoso hotel que alcanzo más prestigio que el Hotel Casa Granda. Era el Hotel Venus, fue también obra del arquitecto Carlos Segrera Fernández. Lamentablemente quedo muy perjudicado en el terremoto de 1932, que izó necesaria la demolición total.
Para explicar algunas de las anécdotas y parte de la historia de aquel hotel, podríamos decir que años antes de la trágica demolición, en este hotel estuvo hospedado Federico García Lorca. Si, allí vivió una experiencia secreta, todavía hoy se desconoce la identidad de su acompañante. Aquella estancia en Cuba fueron la inspiración de los versos, “Son de negros en Cuba”. El verso que se repite a lo largo de la composición es: Iré a Santiago. El ya fallecido Compay Segundo tiene una canción del mismo titulo, con la que pone música a estos versos de Lorca.
En aquellos años el ron Bacardi tenía un gran reconocimiento internacional por haber ganado premios en la Ferias y en la Exposición Internacional de Barcelona. Como familias más influyentes de Santiago la familia Bacardí se reunían con frecuencia en el distinguido hotel Venus en compañía de sus amigos . Como por ejemplo el evento que tuvo lugar en 1925 con los empleados y este hotel.
La anécdota que sorprenderá a muchos es la vinculación del hotel con la historia de la creación del famoso cóctel Daiquirí. Porque fue aquí, en el bar restaurante de este hotel, donde se bautizo el cóctel con ese nombre. Y no en el restaurante Floridita de la Habana como algunos pueden imaginar.
En realidad fue creación del norteamericano Jennings Stockton Cox que trabajaba como gerente en la explotación minera de hierro “Sapnish-American Iron Company”, en la playa de Daiquirí, provincia de Santiago de Cuba. El Sr. Cox se encontraba en su casa con unos invitados y amigos que habían agotado la ginebra. Ante el apuro recurrió al galón mensual de ron Bacardí Carta Blanca que recibía como asignación salarial. Pero para suavizar el ron añadió zumo de limón, unas cucharadas de azúcar y añadió hielo triturado para aliviar el calor.
La bebida tuvo éxito en el círculo de amigos de Cox, quienes junto con él mismo siempre lo solicitaban al barman en la barra del Bar del Hotel Venus. En aquel entonces el Bar del Hotel Venus estaba muy en boga. Una de aquellas noche en el Bar del Hotel Venus, también se encontraba su amigo italiano Giacomo Pagliuchi, quien era director de las minas de El Cobre. Quien izó un comento cómicamente en tono de molestia porque desde hacía tiempo solicitaban el cóctel sin haber sido todavía bautizado, en aquel mismo instante tuvo la ocurrencia de bautizarlo con el nombre de la mina donde trabajaba el Sr. Cox, Daiquirí.
El cóctel se hizo muy popular en Santiago de Cuba y fue Emilio González, alias Maragato, quien trabajaba en el Hotel Plaza de La Habana, la persona que lo traslado a la capital. Allí lo dio a conocer a su amigo Constantino Ribalaigua, propietario del restaurante Floridita en aquel entonces. Constantino introdujo unas pequeñas variantes al cóctel inicial, añadió unas gotas de marrasquino y realizaba la combinación final con una batidora eléctrica para crear esa espuma que lo caracteriza. Y así fue como el restaurante Floridita lo popularizo mundialmente.